lunes, 6 de noviembre de 2023

Espacio y compañía

chapa y pintura (Roberto Pajares Pájaro y Francisco Gestal). Museo de Jaén. Noviembre 2023. Fotos de F.G.

He tenido suerte con los espacios donde he ido exponiendo mis trabajos creativos. Siempre han sido singulares, llenos de personalidad y posibilidades, sugerentes, muy sobrios, silenciosos y acogedores, y en función de esas cualidades me planteaba sacar adelante un trabajo que beneficiara tanto al espacio acogedor como a mi obra, creada casi siempre específicamente para aprovechar esas cualidades.

En esta quinta exposición ha sido tan importante la compañía como el marco. Ya he hablado de mi privilegiada relación creativa con Pájaro, que en esta ocasión se potencia y consolida en una especie de proyecto conjunto que llamamos "chapa y pintura". Además, en el Museo de Jaén hemos tenido el privilegio de poder organizar nuestros trabajos en el espacio que ocupa el conjunto escultórico ibérico encontrado en Cerrillo Blanco, en el término municipal de Porcuna, datado en el siglo V antes de nuestra era. 

Guerreros en combate o en reposo, deidades, animales mitológicos y fragmentos de vida cotidiana, van a convivir durante un mes con nuestros artificios, en un diálogo perfectamente viable que enriquece por contraste y por complementariedad. Todo el arte con el que cohabitamos es nuestro contemporáneo, y con él podemos debatir aprendiendo de su legado plenamente vigente, absolutamente actual, vivo, aspirando a obtener respuestas y estímulos para nuestras necesidades.

La ocupación, transitoria, ha sido plenamente respetuosa. Aprovechando la circunstancia de que algunas esculturas están cedidas temporalmente al recién creado Museo Ibérico de Jaén, o al Museo Nacional de Escultura de Valladolid para la exposición Non Finito, que se exhibe ahora en Palma de Mallorca, hemos ocupado esos vacíos sin clavar una punta ni hacer una marca irreversible, manteniendo las cartelas de las obras ausentes como parte de la memoria del lugar y la colección, y añadiendo la información de las recién llegadas caligrafiada en tiza en un discreto nivel inferior, nada invasivo, meramente informativo, que desaparecerá con nosotros sin más requisito que un paño húmedo. 

Algunas de las piezas más grandes las hemos instalado sobre los espacios de circulación interior del conjunto como parte del mobiliario de un improbable simposio en el que los viejos íberos, nuestros antepasados, se hubieran reunido para hablar de las cosas de la vida en torno a una mesa, junto a un estanque, en un jardín, donde seguro que comentarían sobre asuntos intemporales que todavía nos conciernen.

La experiencia ha sido muy estimulante, nos hemos sentido queridos y hemos gozado de confianza y facilidades sin límite. No se puede pedir más.

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