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La traza del besugo. Fragmento. A la manera de Twombly. Foto F.G. 12.2015. |
Al tan voluntarioso como ineficaz pinche se le va el santo
al cielo continuamente, deslumbrado por lo que va ocurriendo sobre la encimera
de la cocina.
Pocos lugares como ese "laboratorio doméstico de ciencias transformadoras" para confirmar con Fernando Pessoa que “ver es haber visto”,
y oficiar en compañía y a cubierto la consagración del feliz encuentro -entre automático y arbitrario- del recuerdo, el
aprendizaje y la imaginación.
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La traza del besugo. A la manera de Twombly. Foto F.G. 12.2015. |
Por allí aparece el fragor múltiple de una batalla pintada
con sanguinaria meticulosidad por Cy Twombly,
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La piel de los choriceros. A la manera de Carpaccio. Foto F.G. 12.2015. |
y la intensa carnicería, como de sañuda cuchillada múltiple, que
justificó el apelativo que dieron sus coetáneos a Vittore Carpaccio.
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La suculenta carne del pimiento. A la manera de Bonnard. Foto F.G. 12.2015. |
Por allí reluce la carnosa suntuosidad, densa y gozosa, de los colores inconfundibles
de Pierre Bonnard,
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La gloria bendita. A la manera de La mariposa de oro. Foto F.G. 12.2015. |
y la justa mezcla de equilibrio y tensión que solo pueden
conseguir Mark Rothko y un buen pastelero, ambos propiciadores de altos vuelos meditativos.
En ese ajetreado marco regido por el cariño y la
urgencia, la excelente cocinera añade a sus archidemostradas cualidades la virtud de
la paciencia con el perillán, que ni hace ni deja hacer.