martes, 31 de enero de 2017

Teatro y prejuicio

Baile de máscaras. Anónimo holandés. 1720.

Del reciente artículo de Javier Marías sobre los nuevos (¿?) usos teatrales que ha generado tan ruidosa polémica entre profesionales y aficionados, lo más grave (lo únicamente grave, por tratarse de un asunto sujeto, naturalmente, a opinión y regido por el gusto y la real gana de cada cual) es lo que afirma sin empacho en el párrafo inicial: 
"Si hace años que no voy al teatro, es porque no deseo exponerme a sobresaltos."
De izquierda a derecha, los payasos Peppino, Arquetti, Martines, Wilha y Giuliani, en 'Rhum'. Foto:  D. Ruano.

Con semejante premisa no se puede ir muy allá -ni salir de casa, ni abrir el periódico, ni leer una novela (aunque sea inglesa)- pero se generan buenas broncas y lamentables cismas.
El atleta Georg Jagendorfer. Foto atribuida a  A. Huber. 1895, Wien Museum.
Menudo espectáculo.

lunes, 30 de enero de 2017

Redoble de campana

Antonio López Osés. Monaguillo tocando las campanas en la iglesia de Santa María de Palacio. Logroño.  Circa 1960. 
Fotos gentileza de la Casa de la Imagen.

"El único que puede responder a una campana, a su altura, es el eco."

Andrés Trapiello. Seré duda. Ed. Pre-Textos, 2015.
Antonio López Osés. Niño en el cimborrio de la iglesia de Santa María de Palacio. Ligroño. Circa 1960.


U otra campana. 


Redoble de campanas a mediodía en la Iglesia de
Santa María,Balaguer (Lérida). 21.01.2017.



O su redoble.

Antonio López Osés. Niños en el campanario de la iglesia de Santa María de Palacio. Logroño.  Circa 1960.

viernes, 27 de enero de 2017

Carpe diem

Blake Ogden. El pájaro y la luna.

"No pretendas saber, pues no está permitido,
el fin que a mí y a ti, Leucónoe,
nos tienen asignados los dioses,
ni consultes los números Babilónicos.
Mejor será aceptar lo que venga,
ya sean muchos los inviernos que Júpiter
te conceda, o sea éste el último,
el que ahora hace que el mar Tirreno
rompa contra los opuestos cantiles.

Vik Muniz. El remero. (De la serie Nubes) 1993.
No seas loca, filtra tus vinos
y adapta al breve espacio de tu vida
una esperanza larga.
Mientras hablamos, huye el tiempo envidioso.
Vive el día de hoy. Captúralo.
No fíes del incierto mañana."

Horacio. Carminum I, 11 («Carpe diem») 

Castro Prieto. Laguna Venecia, 1998.


jueves, 26 de enero de 2017

Peluquería moderna

Eduardo Arroyo. Tirarse los muebles a la cabeza. 2016.
Si después de haber visto la toma de posesión de "la gran amenaza blanca", con las inflorescencias de su apanochada mazorca, consideras que has que cambiar cuanto antes de peinado y no te gustan los nidos que ves en los árboles desnudos, estudia estas posibilidades recién planteadas por Eduardo Arroyo. 
Eduardo Arroyo. Tirarse los muebles a la cabeza. 2016.
Después, cuanto antes, elige la que más convenga a tu belleza natural y ponte en manos de tu estilista de confianza.
Eduardo Arroyo. Tirarse los muebles a la cabeza. 2016.
Y de paso puedes aprovechar para ir pensando en sentar la cabeza, que ya va siendo hora.
Eduardo Arroyo. Tirarse los muebles a la cabeza. 2016.

miércoles, 25 de enero de 2017

Félix J. Reyes, el que mantiene vivas las ausencias

Felix J. Reyes. Ausencias. 2016. Todas las fotografías gentileza de José Carlos Balanza.
Cuenta el historiador Ernst Gombrich que entre los egipcios la palabra con la que se nombraba al escultor respondía a la idea literal de "el-que-mantiene-vivo". Ese afán por hacer perdurable lo efímero ha sido uno de los propósitos esenciales del arte a lo largo del tiempo (de todas las artes, no solo de las plásticas, y, entre estas, desde las más arcaicas a las más novedosas, con la desbordante preponderancia e inmediatez de la fotografía actual) porque poco han cambiado las necesidades de la especie respecto al ansia por forjar recuerdo y hacer de los afectos un ancla segura a la que aferrarse.
Felix J. Reyes. Ausencias I. 139 x 100 cm. 2016.
Esa voluntad de memoria ha sido clave en la larga trayectoria de Félix J. Reyes, y vuelve a ella, con renovados bríos y nuevos planteamientos estéticos, en la exposición que, reveladoramente, titula Ausencias, y que comisariada por José Carlos Balanza presenta hasta finales de abril de 2017 en la Fundació Marguerida de Montferrato, en Balaguer (Lerida).
Félix J. Reyes. El espacio y el tiempo, II (2016) y I (2015)
Resulta asombrosa su capacidad de entusiasmo y su constante disposición para afrontar nuevos retos, ligados en esta ocasión a la investigación con nuevos materiales y a la recuperación del dibujo como herramienta de análisis de formas y volúmenes, en las que se aprecian todas sus cualidades de gran escultor. Junto a esos luminosos carbones destaca el acierto de su apuesta decidida por las obras de pequeño formato (en las que plantea y resuelve sus preocupaciones intelectuales por los desplazamientos y las superposiciones espacio-temporales) y por las esculturas de pared, magníficamente representadas por la serie Balcón, que explica como "lo que viví, lo que soñé, y lo que ahora recreo con las formas que dicta mi memoria y cumplen mis deseos."

Félix J. Reyes. Balcón I, II, III y IV. 2016.
En la exposición se establece un hermoso y paradójico paralelismo entre el trabajo esencial de todo escultor, que consigue sus depuradas formas a fuerza de añadir o restar materia al punto de partida, y las obras finales de tan delicada muestra, en la que las ausencias han sido las generadoras de las presencias escultóricas, siguiendo la estrategia habitual de Reyes de añadir memoria y belleza para compensar lo perdido. El espacio vacío, componente esencial de la escultura contemporánea, está ahora ocupado por las recordadas ausencias de las personas que más le han importado a lo largo de la vida.
Félix J. Reyes. Serie Balcón I, II, III y IV. 2016.

Resulta conmovedor asistir al milagro de que Félix J. Reyes, el escultor, "el-que-mantiene-con-vida", siga consiguiendo con sus obras transformar las dolorosas ausencias en hermosas presencias generadoras de belleza y consuelo.


Otras entradas de miracomosuena dedicadas a  la obra de Félix J. Reyes:
Espacio y tiempo en la escultura de Félix Reyes
El camino de Félix Reyes








martes, 24 de enero de 2017

Manos


Cristóbal Hara. Escondite.

Manos que exigen silencio y distancia, que no aspiran salvo al olvido;

Bruce Davidson. Paul Newman. 2000.
manos propias, que exponen su convexo dorso como un escudo protector y como la prolongación natural -la misma historia, las mismas huellas- del rostro, como una máscara...
Georges Dudognon, Greta Garbo en el Club St. Germain, Paris. 1950.
... y manos de otros, solícitas y pendientes, más despiertas que las propias, decididas como barreras, atentas como señales de alarma.
Ebrahim Noroozi. Mujeres chiíes iranís rezan durante una ceremonia en la mezquita de Sadat Akhavi en Teherán. 2016.
Manos que rezan y confían, que aspiran a dar testimonio aún inmersas en la desesperación,
Aaron Siskind.
manos tendidas, abiertas, capaces de dar y de recibir, capaces de compartir si hubiera qué;
Ron Galella fotografiado por Marco Grob
manos escrutadoras como el objetivo del mirón que acecha y se ceba en las vidas ajenas.
Desiree Dolron. Autorretrato. 1991.
Manos que acarician, suaves, la delicada piel oculta,
François Kollar. Jeanne Lanvin, 1937.
y manos que no quieren ya ni ver ni ser vistas,
Kristoffer Albrecht. Mano detrás de una ventana. 1984.
Manos que escrutan espacios y posibilidades, y encuentran los desapercibidos límites, casi siempre transparentes.
La huella de Marcel Duchamp.
Manos huella, personales, individualizadoras, intransferibles, propias de registro civil y de ficha policial. 
Castro Prieto. Mike, Addis Abeba, Etiopía, 2002.
Manos trabajo, manos necesidad, manos humilladas y ofendidas, manos desarraigadas para su más fácil explotación...
Cueva de El Castillo. Puente Viesgo.  35.000 años a.C.
...y manos retrato colectivo de la especie humana, por los siglos de los siglos.

lunes, 23 de enero de 2017

Mayte Martín, templando el cante

Mayte Martin. Foto de René Robert.

En su contacto con la crítica y con el público Mayte Martín recurre con bastante frecuencia a metáforas relacionadas con la construcción, lo que, si bien resulta chocante por tratar su arte de sutiles esencias aéreas, está muy bien traído porque explica gráficamente cuál es su intención a la hora de enfrentarse al complejo edificio del flamenco, creación colectiva sin proyecto inicial, crecida por acumulación, que ha dado hermosos espacios llenos de luz deslumbrante pero con indudables problemas de habitabilidad. Su aportación personal a ese patrimonio descomunal aspira a ser la de limpiar, fijar y dar esplendor, pero sin afán por monopolizar una verdad "académica", porque es cambiante, como las modas entre los especialistas en rehabilitación de edificios.
Ella, en plena madurez artística y creativa, sabe perfectamente lo que quiere y está dispuesta a luchar por conseguirlo. Y lo que quiere, como viene demostrando, no tiene por qué ser sólo una cosa, ni siempre la misma. Ahora, desde sus confesados y espléndidos cincuenta años, en condiciones óptimas, habiéndolo aprendido todo y con una curiosidad enciclopédica, se siente con fuerzas para “echar flores a la memoria” de los grandes del flamenco y construir su aportación  a partir de su recuerdo, pero sintiéndose libre y con fuerza para desempolvar el repertorio y prescindir de amaneramientos y vicios adquiridos por la exposición a la intemperie y el paso del tiempo.
Mayte Martín y Salvador Gutiérrez.

En su labor edilicia cantó en Logroño la granaína de Chacón y una petenera a la manera de La Niña de los Peines, llena de musicalidad, buen gusto y delicadeza; una riquísima serie de fandangos de Huelva, preciosos, muy variados, cargados de sabiduría (“Que Baltasar el pañero, / yo soy más rico que Heredia, / que Baltasar el pañero, / yo vivo pa divertirme, / ¿pa qué quiero yo el dinero, / si soy más rico que Heredia?”) y aliento popular; después por soleá, maravillosamente jonda, y unas cantiñas llenas de sal y de luz, para acabar por bulerías, pletóricas de chispa y rematadas con el romance de la reina Mercedes y Un compromiso, convertidos en cuplé. Y de generoso regalo, dos poderosos fandangos naturales.  
Mayte Martín.

Estuvo muy bien acompañada en la “reconstrucción” por el guitarrista Salvador Gutiérrez, viejo compañero y excelente maestro de obras, preciso, seguro, lleno de musicalidad y dulzura, que destacó especialmente en los fandangos, por soleá y en las bulerías, siempre muy imaginativo y variado en las falsetas, y muy eficaz a la hora de sosegar el cante.
Esa tranquilidad expresiva, ese control del tempo, esa sutileza aparentemente desapasionada que va conquistando Mayte Martín puede que sea su mejor logro, lo que la hace inconfundible como extraordinaria cantaora: su afán por cultivar su dicción clara y precisa, que pone al servicio de la calidad poética y sonora de tan rico legado musical y literario.

Mayte Martín
Guitarra: Salvador Gutiérrez
Jueves Flamencos
19.01.2017
Teatro Bretón. Logroño



Otra crónica de Mayte Martín en Logroño: De corazón a corazón

viernes, 20 de enero de 2017

¿No callará?

Gerhard Richter. Mujer con auriculares.


(...) "Un fallo de la naturaleza. Porque lo mismo que tenemos párpados para dejar de ver cuando nos da la gana, podríamos disponer de unas compuertas en el canal del oído. Las cerramos y ya no tendríamos que oír lo que no queremos. (...) ¿No callará? (...) Mira que podían haber salido al pasillo a discutir, pero no. Las enfermeras, ¿por qué permiten este escándalo? O a la calle. (...) Su madre. Ahí seguía, renegando. Y Arantxa, con los ojos cerrados, pensaba en lo útil que resultaría poder cerrar los oídos cuando a una le diese la gana. (...)

Fernando Aramburu. Patria. Tusquets editores, 2016.



jueves, 19 de enero de 2017

Vida parlamentaria



Amenazaba con generar un incendio apocalíptico, pero lo suyo, esencialmente, era fuego fatuo.
Carlos Garaicoa.

Sobre todo, fatuo.

miércoles, 18 de enero de 2017

La cabeza del Bautista

José de Ribera. Cabeza de San Juan Bautista. 1644.

"La cabeza cortada tenía el oído contra la bandeja, como auscultando en el temblor del oro el tenebroso porvenir."

Rafael Sánchez Ferlosio.  El Bautista. (Pecio recogido en Campo de retamas. Random House, 2015)
Tiziano. Salomé con la cabeza de Juan el Bautista 1560

martes, 17 de enero de 2017

El mar y la arena

Sergio Larrain. Casa en la Arena. Isla Negra. Chile. Mascarón de proa llamado La Cymbelina. 1957.
"El mar retumba como un combate antiguo. Qué acarrea allá abajo? Tomates, toneles, toneladas de truenos, torres y tambores. Cuando estremece sus ferreterías se estremece mi casa. La noche se sacude, el sonido alcanza un oscuro paroxismo en que ya no sabemos nada, en el entresueño, en la espesura del apogeo tempestuoso, despertando a destiempo cuando ya el golpe de aquella ola gigante se fue por la arena y se convirtió en silencio."
Sergio Larrain. Casa en la Arena. Isla Negra. Chile. Dientes de cachalote. 1957.
"Canta y golpea el mar, no está de acuerdo. No lo amarren. No lo encierren. Aún está naciendo. Estalla el agua en la piedra y se abren por vez primera sus infinitos ojos. Pero se cierran otra vez, no para morir, sino para seguir naciendo."

Pablo Neruda. Una casa en la arena. Ed. Lumen, 1966.
Sergio Larrain. Casa en la Arena. Isla Negra. Chile. 1957.

lunes, 16 de enero de 2017

María Terremoto: memoria y futuro

María Terremoto.
Subirse a un escenario con 17 años y, sin preámbulos, ponerse a cantar un martinete como lo cantó María Terremoto el pasado jueves en Logroño demuestra, entre otras cosas, que el premio que le han dado en la reciente bienal de Sevilla como artista revelación lo ha conseguido por meritos propios, y no como reconocimiento póstumo a un deslumbrante linaje gitano, el de los Terremoto, que tiene en ella a su último eslabón.
José Lamarca. Fernando Fernández Monje, "Terremoto de Jerez", en la Peña Torres Macarena, de Sevilla. Al toque, Manuel Morao. 1973.
Tiene María Terremoto unas cualidades extraordinarias que maneja con total soltura, como si lo que hace le resultara  fácil y natural. Es lo que tiene haberse criado en un ambiente flamenco, asimilando en casa, por inmersión, como por ósmosis, los secretos mejor guardados de un arte exigente y  difícil de aprender.
Su voz es poderosa, fresca, vibrante, extremadamente flexible y con un metal  precioso (las cualidades, en fin, de los Terremoto, pero que resultan especialmente meritorias y sorprendentes en una mujer tan joven) y afronta el repertorio que hizo grande a la familia, esencialmente negro, gitano y doliente, con un vigoroso empuje, como un impulso natural lleno de brillante entusiasmo, gustándose en el punto donde la voz se quiebra y el quejido emociona.
Fernando Fernández Pantoja, "Fernando Terremoto", cantándole a Israel Galván en La Edad de Oro. 2007.

Cantó, tras la llamada de atención inicial, por soleares y por malagueñas acabadas en abandolaos; siguió por tientos rematados en tangos, alegrías, seguiriyas y bulerías, para acabar con tres preciosos fandangos, y en las letras hubo espacio para acordarse del padre perdido tan pronto y tan joven. Siempre muy musical, siempre jonda, derrochando compás y alardeando lo justo de sus virtuosismo melismático, todo frescura y gracia.
La única dificultad –que resultó insuperable- fue su pelea imposible con el broche de su mantón. Ahí no pudo ayudarle Nono Jero, al contrario que en todo lo demás, donde estuvo preciso y brillante, especialmente innovador en los sonidos graves y los cantes más dolientes, y fue premiado reiteradamente por el público.
Jacques Leonard. Gitanos.

El marco, con más de desangelada capilla que de tabanco, compensó sus insuficiencias con una dimensión adecuada para poder cantar sin amplificación, permitiendo apreciar las cualidades naturales de tan hermosa voz. Una pena que, entre lo constreñido del escenario y las previsiones horarias del patrocinador, el concierto no pudiera acabar con una patadita por bulerías, broche habitual del patriarca jerezano. 
Seguro que otra vez será. Cuanto antes.


María Terremoto
Guitarra: Nono Jero
Jueves Flamencos
12.01.2017
Bodegas Ontañón. Logroño


viernes, 13 de enero de 2017

Un recuerdo de Paco López Hernández en la hora de su muerte

Isabel Quintanilla. El marido de la artista dibujando a Antonio López. 1974. 
(Arrriba, a la derecha, una maqueta de La dama de la fuente)
Este hombre que, abrigado con una gruesa chaqueta de lana convertida en mono de trabajo, dibuja a su entrañable amigo de toda la vida es Francisco López Hernández, un artista excelente y un hombre silencioso, siempre discreto, atento a todo como si su labor primordial fuera ocuparse de captar y reflejar el intangible halo de la vida. 
Francisco López Hernández. Retrato de Antonio López Garcia. 1974.
Se ve que su mujer le conocía bien, y, aún siendo el protagonista de tan delicado dibujo, lo retrata de espaldas y oculta su nombre hasta en el título, en beneficio de los otros dos lados del virtuoso triángulo. 
Francisco López Hernández. Retrato de Isabel Quintanilla. 1972
Con esas cualidades personales y su férrea disciplina artística fue un privilegiado colaborador en muchos proyectos ajenos. Por lo que a los logroñeses nos concierne, Rafael Moneo le encargó una fuente para completar el edificio del nuevo Ayuntamiento de la ciudad. Su idea básica era ocupar el solar del viejo cuartel de artillería con una construcción que por sí sola definiera -con el esperanzado crecimiento de los árboles- una plaza articulada con la trama urbana precedente. Una plaza que, como en los mejores ejemplos mediterráneos, tuviera un reloj, una campana para subrayar el paso del tiempo, soportales y una fuente. 
La fuente de Paco López en la Plaza del Ayuntamiento de Logroño.
La fuente de Paco López aportó al magnífico edificio la escala humana y compensó en cierta medida el frío lenguaje de la arquitectura. Pero además generaba el sonido relajante del agua corriente de sus dos caños, que rompía incansable contra la pila de granito. Era un rumoroso imán para todo el que pasaba por allí, y la ciudad la adoptó abrazándola de continuo y dando su nombre y su imagen al periódico municipal, a un premio de narración breve y a una colección de libros. Bernardo Sánchez la convirtió en 1986 en silenciosa protagonista de una obra de teatro (Del coro al caño y del caño al coro), puesta en escena en su inmediato entorno cinco noches a las once en punto, y entre el público, discreto y entusiasmado por lo bien acogida que sentía a su criatura, estuvo el escultor.
Mancheta original del periódico municipal logroñés, diseñada por Jesús López-Araquistain 
a partir de la sugerencia de José Manuel Calzada. Las noticias, frescas y de primera mano.

Con el paso del tiempo el atractivo se ha mantenido -el creciente brillo, cada vez más dorado, del abrigo de bronce de Belén lo atestigua- y sigue siendo paciente compañía fotogénica de todo el que pasa por allí con cualquier intención. Pero, como de repente, se explicó desde su "casa de acogida" que los caños de la dama arrojaban demasiada agua, y que tal cosa era un despilfarro insostenible, y se le instalaron sendos pulsadores que desvirtuaron el sentido y la justificación de una escultura en la que el agua fluyente y sonante eran tan esenciales como el bronce y la piedra, y que explicaban, en palabras de Moneo y de cualquier buen observador, la belleza de "el arquearse de la espalda de una muchacha cuando bebe en una fuente." A la insaciable bebedora le habían cortado el grifo.
Francisco López Hernández en su estudio. Enero de 2016. Foto de Jaime Villanueva.


Como las desgracias nunca vienen solas, tan singular espacio fue invadido consecutivamente por un aparcamiento de bicicletas y una placa conmemorativa que, seguramente, merecería otro emplazamiento, y así, aquel marco sutil dentro de lo grandioso en el que jugaban el sol y la sombra con el murmullo del agua y las risas desapareció, enterrado por una serie de decisiones vestidas de eficiencia medioambiental. Como si el disfrute compartido de un espacio singular, sensual y complejo fuera cosa baladí y ajena a la calidad de vida.
Francisco López Hernández. Carmelito dormido. 1971.

Afortunadamente, hay asuntos en la vida que tienen fácil solución. Otros solo se salvan en el recuerdo.