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viernes, 2 de diciembre de 2022

Estudio general de medios

F.G.  Cuaderno de escritura. (V). Collage de palabras encontradas. Otoño de 2022.
“No sé, no sé...", confiesa, avergonzado, el sabihondo radiofonista en un inaudito momento de flaqueza.
Enseguida recompuesto, olvida las dudas y vuelve a regalar doctrina y certidumbre a la audiencia nacional con el habitual soniquete del que sabe.

miércoles, 25 de marzo de 2020

Apagón general

F.G. El equilibrio. Collage de objetos encontrados. 03.2020.
En su deslumbrante crónica semanal para el A vivir que son dos días, de Javier del Pino, Javier Pérez Andujar nos ilumina, nos recuerda y nos advierte de que "venimos del siglo de las luces y hemos acabado en la pobreza energética."
F.G. La obsolescencia. Collage de objetos encontrados. 03.2020.
Algo hemos entendido y hecho mal para que, partiendo de la resplandeciente brújula de la Enciclopedia, nos hayamos tirado voluntariamente y de cabeza a las alucinadas tinieblas de los feisbucs y los tuits. 
¡Que no nos pase nada!

lunes, 23 de mayo de 2016

Beny Moré, Alain Pérez y la CMQ Big Band sonaron bonito y sabroso


El Beny Moré, inmortalizado por Jorge Frías, "Sinsal", tremendo artista. 2016.
Hubo un tiempo (ya lejano, y probablemente perdido para siempre) en el que en las emisoras de radio y en los estudios de televisión se tocaba música en directo. La amplitud del combo dependía del rumbo del patrocinador publicitario, y la calidad de la música era cosa del talento e imaginación de los intérpretes. En La Habana de los años cincuenta (una de las múltiples “edades de oro” de la música cubana), las orquestas, además de grabar discos, tocaban en cabarets, salones de baile, teatros, espectáculos y “emisoras radiales” como la CMQ, y las más famosas lo hacían todo a la vez, en jornadas extenuantes. 
El concierto que propone desde hace tres años la CMQ Big Band trata de recuperar y difundir ese sonido singular, fruto de unas circunstancias excepcionales y que dejó de tocarse ya en los años sesenta, relegado entre otras cosas por los cambios políticos de la isla (ya tú sabes eso de “se acabó la diversión, llegó el Comandante y mandó parar). Y lo hace recreando la intención y el repertorio de Beny Moré (el “bárbaro del ritmo”, el “sonero mayor”) y su Banda Gigante, considerados unánimemente como su manifestación más lograda y exigente.
Beny Moré y su Banda Gigante. Circa 1955.
Hacia la mitad de su concierto en Logroño la CMQ Big Band atacó la guaracha Elige tú, que canto yo, de Joseíto Fernández, que propone las reglas del juego: “yo canto una guaracha, una rumba y hasta un son, y canto cualquier cosa y es porque soy buen cantor. Si tú me pides bolero, pues bolero yo te doy”. Todo eso y mucho más (son montuno, mambo, rumba, guaguancó, guajira, chachachá, batanga, invocaciones orishas,…) se tocó en el Teatro Bretón por una banda interracial y transatlántica de diecisiete músicos, una “caja de ritmos” dirigida por el brillante pianista Luis Guerra y con Alain Pérez como omnipresente cantante y maestro de ceremonias.
La CMQ Big Band, con Alain Pérez.
El repertorio estuvo muy bien elegido, agrupando una selección de los “grandes éxitos” de un músico singular que, a pesar de su temprana muerte (a los 43 años) en un medio, digamos, nada proclive a la “fiesta”, marcó para siempre el imaginario sonoro de la música cubana y está en el epicentro de su influencia internacional, mucho más allá del ya de por sí amplio territorio sentimental del bolero. Músicas propias y ajenas (recreadas y hechas propias en sus versiones) y paulatinamente más sofisticadas, desde su época de intuitivo cantor rural y su paso por el grupo de Miguel Matamoros hasta la orquesta de Pérez Prado, y sobre todo con su Banda Gigante, donde se fijaron clásicos de leyenda que siguen siendo, como ahora se dice, “rompepistas”.
Beny Moré y su tribu, la Banda Gigante. 
La orquesta sonó como aquello para lo que se creó: una poderosa máquina de sonido rutilante, un complejo mecanismo de precisión que ha de servir igual de bien (y sin descanso ni transición) a las necesidades expresivas de la pasión romántica y a las exigencias rítmicas del estómago y los pies de los bailongos. Todo un logro, ensamblar el lenguaje melódico y rítmico cubano con la potencia sonora de una explosiva banda de metales. Mérito que en buena medida correspondió a su director, el pianista Luis Guerra, autor de los elegantes arreglos y de varios solos virtuosos y espectaculares.
Beny Moré y su Banda Gigante, cuando La Habana era una fiesta.
Alain Pérez (un músico extraordinario que a lo largo de su intensa carrera se ha sentido igual de bien haciendo sus propios discos que acompañando al contrabajo a Paco de Lucía -durante varios años- o a Jerry González y a lo más selecto de la música cubana -de dentro y de fuera de la isla-), cantó con solvencia en la exigente tesitura en que lo hacía el Beny con su “voz de clarín”, en un territorio agudísimo próximo al falsete, arriesgado para la afinación. Tiene un registro vocal amplio y un metal precioso, y resultó un repentizador ocurrente, con estribillos e inspiraciones sobre las bondades de lugar, los músicos y el público llenas de gracia. Calentó el ambiente y agitó a la orquesta con su gestualidad y su innato sentido del ritmo. Ya hacia el final, con el montuno Qué bueno baila usted, convirtió el teatro en dislocada pista de baile, y la canción en homenaje a los esforzados músicos, con un agradecido “Beny Moré, qué banda tiene usted” y “qué bueno toca usted” que se sintió como entusiasta reconocimiento colectivo hacia “la tribu”.
Beny Moré, el bárbaro del ritmo, en acción.


Seguramente si hubiera en el grupo, como es frecuente, una segunda voz (además de los deliciosos coros de los percusionistas, que merecerían su propio concierto) el resultado sería más rico y variado, evitando lo que podía acabar por apreciarse como cierta monotonía en lo vocal.
La descarga, que terminó con la Batanga nº 2 de Bebo Valdés, duró cien intensos minutos y a la mayoría del público nos supo a poco. Los telones del escenario se cerraron y el recinto volvió a estar como cuando llegamos, para disfrutar de lo que Alain Pérez definió como “una película en blanco y negro sobre Beny Moré, leyenda y milagro de la música cubana”.



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Después, ya en la calle y entre los entusiastas, vinieron las consideraciones sobre la idoneidad de un teatro para disfrutar de una orquesta de estas características. 
Lo que escuchamos, ¿es música sólo para bailar? Cabría recordar que muchos de los “lugares emblemáticos” que identificamos como ideales para la interpretación de este repertorio son recintos donde se bebe y se come, se escucha, se mira y se huele. Y, quien puede, toca. Pero no se baila, o no es lo primordial.
La vida no deja de darnos sorpresas.



CMQ Big Band, con Alain Pérez
JAZZ 2016. Cultural Rioja
Teatro Bretón. Logroño
19 de mayo de 2016



Otras crónicas del ciclo JAZZ 2016. Cultural Rioja:
Ernie Watts
Ralph Towner y Paolo Fresu
                                                                   

viernes, 27 de marzo de 2015

Tete Montoliú y "la generala"

Tete Montoliú en 1978.
Con motivo de la sentida muerte de Juan Claudio Cifuentes, "Cifu", sus compañeros de la crítica musical radiofónica le han dado una profunda revisión al pasado reciente de esa hermosa profesión, que ha ido forjándose a base de entrega personal y amor al arte, a menudo en condiciones laborales bastante lamentables.
En un "audio para recordar" construido por Antonio Buitrago para Radio5 se recoge parte de la entrevista que José Miguel López (director en Radio3 de Discópolis) le hizo a Paco Montes cuando se jubiló en 1998, después de haber dirigido los programas Jam 3, Esto es Jazz, Jazztamos aquí y, durante veinte años, Jazz Internacional. Paco Montes le cuenta cómo surgió la oportunidad de que el gran Tete Montoliú acometiera en 1976 el toque militar de "generala" para hacer una versión jazzística. 
Ese toque venía precediendo como llamada de atención y desde el final de la guerra civil a todos los "partes", que era como se llamaba en el franquismo -con evidente reminiscencia militar- a los diarios hablados de noticias y propaganda que se difundían obligatoria y simultáneamente en todas las radios españolas hasta 1977.
Tete Montoliú. Foto de Pere Cornellas i Aligu.
La humorada consistió en convertir el toque de corneta en un blues en tiempo medio, hermoso y evocador, que se utilizó como memorable sintonía a lo largo de toda la vida del programa. Escucha este archivo sonoro, porque no tiene desperdicio. Si oías el programa en su momento te emocionará, y si no disfrutarás de una singular interpretación de Tete Montoliú -capaz, una vez más, de sacar música de las piedras- grabada en una época de esperanza y contradicciones en la "santa" Casa de la Radio de RNE, como decía el inefable Paco Montes.


Tete Montoliú toca La Generala, sintonía del programa
Jazz internacional, de Paco Montes, en R.N.E. 1976.

Portada del disco Tete!, del Tete Montoliú Trio. 1974.
¿Un síntoma feliz de la inminente Transición, o el despiste habitual de las anquilosadas corporaciones?
En cualquier caso, ahí queda la música.

jueves, 12 de junio de 2014

Greguerías radiofónicas, o a la felicidad por la electrónica

Aparato de radio Iberia. 1953.
Desde la creación de Unión Radio Madrid en 1925 y hasta 1936, Ramón Gómez de la Serna fue colaborador asiduo y experimentador estético y literario frente al micrófono, en directo y sin red, en programas muy variados. Con lo que quedó escrito de ese fructífero trabajo "sinhilista", el hispanista Nigel Dennis editó un precioso librito titulado Greguerías onduladas (Renacimiento, 2012), del que miracomosuena ha seleccionado para sus radioescuchas un florilegio que todavía chisporrotea. 
Ojo al dato, señores, porque estamos, según un comentario de la época, "ante el primer rugido de la obra radiotelefónica en España". 
Casi nadie al aparato...

Dos versiones de la New World Radio diseñada por Raymond Loewy. 1933.

"Aquel gran manipulador elegante quitó el bozal alambrado de una botella de Rioja, y sólo con eso improvisó un aparato receptor con el que comenzamos a oír Londres".


"Al hablar por el micrófono entra uno en un medio que no es ni aire ni agua, pero del que sale mojado de éter. Me sacudo como un pato al salir de las emisiones".

"Hay ondas lejanas que vienen muy tristes porque han visto profundos valles, que es lo que más preocupa y melancoliza las ondas".

"Los cipreses son las antenas del reino vegetal".

"El escuchar la radio es como cursar una asignatura interminable. ¿Quién se podrá saber todo el programa?".

"Las orejas son verdaderas interrogaciones insaciables. Sobre todo cuando tienen un pendiente negro que pone punto a la interrogación. Por eso las orejas están siempre esperando ondas emisoras que son la respuesta amable que el mundo ha hallado al fin para esas interrogantes".

Aparato de radio diseñado por Wells Coates para Ekco. 1934.

"Cuando se abre el conmutador y se establece la comunicación, parece que se ha dado luz a la gran sala de espectáculos del mundo. El telón se va a levantar".

"Si con la Radio nocturna conectasen una cafetera cargada de buen café, el invento resultaría supremizado".

"El diablo envidia la Radio como el órgano ideal para la tentación: "¡Qué lástima! ¡Qué lástima!" - suele exclamar sintiendo haber dejado escapar la patente".

"Cuando llega la "música de baile", los que no pagan entienden "música de balde"".

"El usar mucho los auriculares tiñe la cabeza de música".

"Hay algunas estaciones que dan música de recuelo".

"El altavoz corriente tiene un tipo de cuerno de la abundancia, y en verdad es que es el cuerno de la abundancia musical".

"El que oye en la cama se cree que todo sale de debajo de la almohada, como si la almohada fuese ventrilocua".

"Hay mucha música de Radio que viene de la gruta desconocida".

"¡Cómo vibran los alambres de lo inalámbrico!".

Aparato de radio Roberts rediseñado por Paul Smith. 2008.

"El altavoz abanica de palabras al que escucha".

"En el fondo de los auriculares siempre es de noche. No se comprende cómo puede haber emisiones de mediodía".

"Las ondas son la sedosa cabellera de la vida".

"Somos como doctores que auscultan el mundo cuanto más reflexiva y cariacontecida expresión ponemos, queriendo llegar a mejor selección".

"Hay voces venenosas, voces cataplásmicas, voces pinchosas, voces que impregnan de dulzonería, voces ratoniles que se quedan escarbando dentro de la cabeza y voces ensuciantes, que hay que llamar a un deshollinador para que nos las saque de la cabeza".

"Cuando la radiovisión funcione será horrible no solo oír al explorador del Polo que se muere, sino ver cómo se come a su compañero".

"El llamamiento de las trompetas del juicio final será transmitido por la Radio..."

"El último cierre de la última estación de radio se verificará diciendo: "Fin del mundo... Buenas noches... Nos despedimos de ustedes hasta la eternidad..."".


Luis Baylón. Tomatazo Mix. 1991.