Jasper Goodall. Abedules. 2020. (Las fotografías forman parte de la serie Twilight's Path, sobre la noche en los bosques británicos durante la pandemia)
(...) «A los cuatro meses de su llegada a Chipre, Lawrence Durrell dio por finalizado su año sabático y encontró trabajo como profesor de inglés en el instituto de Nicosia. A finales de mayo su madre Louisa acudió en su ayuda para ocuparse de la niña y de la supervisión de las obras.
Jasper Goodall. Haya. 2020.
Los tres se instalaron como pudieron en la casa de Bellapais, cuya restauración proseguía con desesperante lentitud. Los habitantes de la aldea recibieron con los brazos abiertos a aquel inglés que hablaba griego perfectamente, al que llamaban «señor Darling», y se mostraba siempre dispuesto a sentarse con ellos en la taberna a la sombra de un gran plátano conocido como el «árbol de la holgazanería», porque quien se sentaba bajo sus ramas perdía para siempre la capacidad de trabajar. » (...)
María Belmonte. Peregrinos de la belleza: viajeros por Italia y Grecia. Acantilado, 2015.
Jasper Goodall. Cedros. 2019.
Cualquier árbol es bueno para acogerse a su protectora sombra y disfrutar de la holgazanería y hasta del trabajo elegido, y cualquier disculpa vale (por muy traída por los pelos que esté, como en este caso) para anunciar a la querida audiencia que miracomosuenase retira una temporada de la cita diaria para perderse sin rumbo y sin compromisos.
"Alun Be es un artista que se esfuerza por retratar la modernidad africana. Nacido como Alioune Ba en 1981 en Dakar, Senegal, Be atribuye el desarrollo de su obra en gran parte a su educación francesa, estadounidense y africana occidental. Los padres de Be no creían que el arte fuera una carrera estable, lo que lo empujó a obtener una maestría en arquitectura. Después de dos años como arquitecto en Senegal, un traslado a Dinamarca despertó su amor por la fotografía. (...) Su serie de fotografías trata en gran medida sobre temas intergeneracionales, empoderamiento femenino y tecnología".
Alun Be. Saber hacer. 2017.
Sobre su trabajo, comenta Alun Be: "África ya no se esfuerza por ser moderna, eso ya ha sucedido. Es la modernidad la que se esfuerza por ser africana. Soy parte de una nueva generación de fotógrafos autodidactas de África Occidental con el deseo fundamental de ofrecer al mundo una nueva ventana a la creatividad del continente africano en nuestra propia forma. El núcleo de mi trabajo utiliza los matices de nuestras culturas para tener un impacto profundo en la autopercepción del espectador. Utilizo el contraste como un denominador común de nuestras formas de vida y como un medio para cuestionar y desafiar los estereotipos y las reglas que gobiernan nuestros comportamientos sociales. Mi medio de expresión me da la capacidad de capturar el mundo de una manera hiperrealista y, sin embargo, es lo suficientemente ágil como para mezclar y transformar la conciencia de lo que se cree que es real. Me encuentro explorando continuamente aquellos aspectos que a menudo están ocultos o tergiversados, a menudo centrándome en el desmantelamiento de estereotipos o evocando el lado invisible de la moneda. Mi arte expresa lo inesperado; revela el ángulo desde el que no vemos el mundo."
(...) «Pero el recuerdo de ese viaje a pie que más perdura en mi memoria es un simple instante en el que volví la cabeza y contemplé el camino que acababa de recorrer, en realidad un tramo de la antigua calzada romana que unía Esparta con el puerto de Kardamyli. Estaba extraordinariamente bien conservado y esa característica ejerció tal fascinación sobre mí que no podía dejar de mirarlo. Perdí la noción del tiempo y durante unos instantes percibí vívidamente el camino poblado con la presencia de los viajeros de antaño. Luego, todo se vació de nuevo y la soledad volvió a adueñarse del lugar, aunque la sensación de que el tiempo tenía allí una densidad especial se mantuvo durante todo el trayecto.» (...)
María Belmonte. Peregrinos de la belleza: viajeros por Italia y Grecia. Acantilado, 2015.
Hamish Fulton. Cinco nudos por cinco días de marcha. Escocia. 1973.
F.G. La que se avecina. Collage del Cuaderno de las vísperas. 07.2021.
Voy haciendo un nuevo cuaderno con "lo que me mira" al ritmo variable de lo que salta a la vista y queda al alcance de mi mano. Ya os iré contando. Saludos a la afición.
F.G. Material pirotécnico. Collage del Cuaderno de las vísperas. 06.2021.
F.G. ¿Hay futuro? Collage del Cuaderno de las vísperas. 06.2021.
F.G. La liqui. Collage del Cuaderno de las vísperas. 06.2021.
F.G. Tres paredes en Cimadevilla de Gijón. 06.2021.
Como el borrador de pintadas no conseguía controlar la desmadrada actividad de sus hiperactivos vecinos por la vía de la homogeneización de sus incívicos signos y desahogos, optó por dejarse llevar por la creatividad emulando a los artistas que admiraba.
En aquella calle homenajeó (con éxito) a Sean Scully.
Harry Gruyaert. Comida campestre en Extremadura. 1998.
Pocas cosas tan satisfactorias como una comida campestre con la gente que más quieres. Y si la reunión es debajo de los árboles y en un día de sol radiante, mejor todavía.
Casi siempre son acontecimientos simultáneamente intrascendentes y memorables, dignos de ser fotografiados por Harry Gruyaert, el primer colorista de la blanquinegra agencia Magnum, que sabe captar como pocos la atmósfera de la amigable cuchipanda mezclando con pericia la agitación psicodélica y la calma impresionista de los pintores plenairistas. Luces y sombras, hermosos colores, contrastes y un montón de detalles sugerentes que nos hacen soñar con la próxima celebración sobre la hierba.
F.G. Las rumiantes sobre el mar levemente nublado. Bufones de Pría. 07.2021.
"No te he oído porque estaba hablando", le confiesa desde la orilla del agua un loro de repetición a una amiga recién llegada sin distraerse por un momento de su extremosa actividad esencial: cotorrear sin filtro ni tapón. Sin ton ni son. Sin ninguna necesidad.
F.G. Rabo de nube. Ensamblaje de objetos encontrados. 06.2021.
Este ensamblaje, como suele pasar con los de su especie, tuvo un origen atropellado fruto del cambio de planes sobre la marcha, de encuentros imprevisibles y de la generosidad de las buenas amistades.
Una de sus partes, bañada de porcelana, fue un "tornillo de Arquímedes" en el corazón de una vieja picadora de carne, y la parte superior es una maraña de hierro con la estabilizada rigidez de las permanentes de antaño, aunque con el orden complejo de un sistema sanguíneo y nervioso a la vez.
El conjunto, a pesar de sus pobres orígenes, acabó teniendo el porte de un personaje de ringorrango, entre derviche giróvago ascensional y cualquier diseño de Oskar Schlemmer para el vestuario de su ballet triádico.
Pero el engendro mutó cuando Victoria me regaló su título: Rabo de nube. Entonces todo quedó claro y por fin el objeto cobró sentido.
Como escribió para siempre Silvio Rodríguez, era
(...)"Un torbellino en el suelo Y una gran ira que sube Un barredor de tristezas Un aguacero en venganza Que cuando escampe Parezca nuestra esperanza."(...)
(...)"Que se llevara lo feo
Y nos dejara el querube."(...)
Rabo de nube en el escaparate de Castroviejo Librero, en Logroño.
Qué importante es saber llamar a las cosas por su nombre.
F.G. A por uvas. Collage de imagen y palabras encontradas. 2018.
La pandemia ha acentuado notablemente el desequilibrio mental de la población. No hay más que ver a Aznar. Parece mentira. A la menor oportunidad que le brindan se pone a ladrar su rencor por esquinas, platós y saraos. El pobre.