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F.G. Flor de fragua en el escaparate de Castroviejo Librero. Logroño, 05.2024. |
La verdad es que el mundo de la jardinería en general y en concreto el subsector de las variedades florales está bastante revuelto, y no hay ya ni un Linneo ni un Blossfeldt capaces de meter en cintura tan compleja taxonomía, que muta, se degrada, desaparece, eclosiona y se expande simultáneamente y en todas las direcciones. Todo ello tiene su trasunto de manera natural en las Bellas Artes, especialmente en la fotografía desde que se ha popularizado el uso de herramientas de edición de lo que se ha dado en llamar "inteligencia artificial". |
F.G. Flor de fragua. Ensamblaje de objetos encontrados. 05.2024. |
Lo que presento estos días en el escaparate de Castroviejo Librero, (en la calle de los Portales, en la Plaza del Mercado de Logroño), como entrega número cuarenta y seis de mi larga y tendida exposición titulada a la altura de los ojos y a pie de calle, podría ser considerado, en cierto modo, como una regresión a la edad de los metales, una época arcaica, dura, bastante silvestre, irregular, de escasez material y en la que la incierta supervivencia estaba ligada en buena medida a la reutilización imaginativa de lo poco que se tenía a mano.
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F.G. Flor de fragua. Ensamblaje de objetos encontrados. 05.2024. |
Este ensamblaje que he llamado Flor de fragua (que ya veremos lo que llega a dar de sí como generador de especie, porque se reproduce con dificultad y está al borde de la extinción, por lo que su peripecia biológica podría acabar como "flor de un día") se construyó en la herrería de Lomos de Orios a partir de un rodamiento básico desechado de una bodega y que hace de cáliz receptor y sustentante, y de una docena de viejos clavos de los que van quedando amontonados en las cuadras de los pueblos serranos después de que las ventanas y puertas que ayudaron a fijar perecieran, tras ser devoradas en primera instancia por los xilófagos, consumidas por el fuego de las chimeneas. Pájaro, el herrero, voló gentil y habilidoso para que pétalos, estambres y demás familia ocuparan el lugar preciso que yo recordaba de los esquemas de flores aprendidos hace mil años en las enciclopedias de la enseñanza primaria. Para que luego digan que la memoria y los buenos maestros son irrelevantes.
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F.G. Flor de fragua. Ensamblaje de objetos encontrados. 05.2024. |
El fuego devolvió al viejo fruto de otros fuegos flexibilidad por un instante y le regaló para siempre un color tan hermoso como inusitado, impregnado de raros rojos y azules inciertos no apagados del todo bajo la parda herrumbre dominante.
Como es habitual, la vitrina se completa con cuatro libros muy especiales: los dos primeros volúmenes, Azul y Rojo, de la serie que Michel Pastoureau ha dedicado a la historia de los colores en la cultura occidental, valorando su cambiante importancia y valor simbólico, con la correspondiente repercusión en la vida material y en las manifestaciones culturales de esos países; La historia de las flores y de cómo han cambiado nuestra forma de vida, escrito por Noel Kingsbury, en el que relata su importancia esencial en cualquier cultura sobre múltiples aspectos que van más allá del alimento o el ornato, tales como la medicina, el comercio, las creencias religiosas y muchas otras prácticas culturales; y un catálogo de una exposición muy influyente y de perdurable interés comisariada por Dan Cameron en 1991, El jardín salvaje, en la que estudia el paisaje como metáfora en las instalaciones de los artistas norteamericanos.
Hasta aquí hemos llegado.
El campo está asombroso y al alcance de la mano.
No te digo más.
Salud.
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F.G. Flor de fragua en el escaparate de Castroviejo Librero. Logroño, 05.2024.
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