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jueves, 23 de junio de 2022

El arrullo

Pablo Picasso. Pájaro de juguete para su hija Maya, hecho con invitaciones de exposiciones. Circa 1940.

"El zureo de una torcaz nunca la ubica con claridad. Se camufla diciendo que está ahí, en la inconcreta fronda."

Antonio Cabrera. Bandada. 2008 - 2010. Colección de aforismos recogida en El silencio y el canto, plaquette editada por Banda legendaria. veintiúnversos, Valencia, 2022.

jueves, 6 de enero de 2022

El auto de los Reyes Magos

Joaquín Torres-García. Muñeca y pelota. 1919.
(...) "En el suelo, detrás de la cortina del balcón, aparecen los regalos en la mañana del día de Reyes, muy temprano, cuando apenas está amaneciendo. Su sencillez los hace más enigmáticos todavía, sagrados, valiosos de tocar, hasta de oler: una pizarra pequeña, una caja de lápices de colores, una goma que huele mucho mejor que las gomas compradas en la papelería porque los Reyes la han dejado para mí detrás de la cortina del balcón. 
Joaquín Torres-Garcia. Coche rojo y camión lechero. 1917.
Yo escribo aplicadamente mi carta a los Reyes Magos, esmerándome en la claridad de la letra, pero ellos traen lo que quieren, que es siempre mucho menos de lo que les había pedido —el tren eléctrico, el balón de reglamento— pero que por eso tiene el valor de lo no solicitado, lo elegido por ellos." (...)

Antonio Muñoz Molina. Volver a dónde. Seix Barral. 2021.
Joaquín Torres-Garcia. Teatrillo para Juguetes Aladdin. 1922-24.


jueves, 1 de octubre de 2020

Crisis

F.G. Los preparativos. 09.2020.

La ciudad, a pesar de los pesares y en buena medida por mera inercia, seguía sirviendo de fondo ilusorio para el monótono espectáculo colectivo, algo así como el deteriorado tingladillo de una vieja representación archiconocida y muy venida a menos.
F.G. La función. 09.2020.

miércoles, 17 de junio de 2020

El caballo

F.G. El caballo en el estudio-taller de José Carlos Balanza. 05.2020.
Este humilde caballo se vino con nosotros hace ya muchos años desde un mercadillo cordobés, de un puestecito donde la infantil gitanería pasaba el rato cultivando el necesitado amor al miserable comercio y afilando el gusto por el trato impreciso con lo marginal, con lo desechado por otros y por ellos mismos, con lo que nada vale para casi nadie.
F.G. El caballo en el estudio-taller de José Carlos Balanza. 05.2020.
Desde entonces no hemos dejado de tenerle afición y cariño, y de encontrarle improbables parecidos con otros animales famosos hechos por manos más prestigiosas y valoradas pero no más expresivas. Los pobres materiales que lo constituyen lo emparentan de cerca con Kurt Schwitters, y el excelente estudio de su tensión anatómica lo hacen digno de Leonardo.

F.G. El caballo en el estudio-taller de José Carlos Balanza. 05.2020.
Hasta ahora, errante, se acomodaba por casa en cualquier parte, entre libros, con otras naderías, siempre formando equipo con joyas de la familia de igual pelo, sin más exigencia que mantenerse alejado del sol o de cualquier otra fuente de calor. Ahora, con el tiempo, le ha llegado el momento de las consideraciones, y como no podemos regalarle un reloj con una fecha conmemorativa le ponemos este marco, especie de plinto desde el que mirar distraídamente cómo pasa la vida, la propia y la de todos.
F.G. El caballo en "las horas de luz". EspacioArteVACA, en Viniegra de Abajo. 06.2020.
Nos gusta pensar que no sería muy diferente el caballito de cartón con el que encerraron en una cuadra de Núremberg, durante buena parte de su perra vida, a Kaspar Hauser, y que quizá, algún momento, encontró en él compañía e incierto consuelo.

viernes, 17 de abril de 2020

La júligan

F.G. El fumbo. Serie de cuatro fotografías. 03.2020.
El fútbol (y el deporte-espectáculo en general) está pasando por una mala temporada. Aquí sí que, según parece, van a cambiar las cosas.
A ver si su crisis se lleva por delante, de paso, ese espíritu "competitivo" que lo ha contaminado todo, con su visión del mundo partidista, estrecha, banderiza, primaria, ramplona, violenta, ofensiva, sobrada, faltona, machista y gamberra que siempre lo ha regido, y que, por su mal ejemplo, ha impregnado durante décadas -y cada vez más intensamente- las relaciones interpersonales, y muy especialmente la vida política hasta hacerla llegar a lo miserable.
Por ejemplo, a la hora de que la portavoz del partido opositor se considere competente para conceder o negar (según convenga a los intereses de "sus colores") el pedigrí y el placet a los comités de científicos que asesoran al gobierno en la lucha de todos contra la pandemia.


lunes, 19 de febrero de 2018

Cien años y un dia




"En el silencio de la tarde, 
bajo un ramaje de sombras, 
siente en los brazos la alegría
de estrechar a su hijo que duerme,
la joven madre.

Cuando ese
 montoncito de besos se despierte,
antes de ver la sonrisa que para él es el mundo,
verá el azul de la blusa
que cubre el seno donde descansa su cabeza.

Así como hasta ahora yo no lo sabía
-y era una diaria pregunta-
él tampoco sabrá, cuando crezca,
por qué es que el color azul
le recuerda una antigua suavidad,
le recuerda un blando calor,
por qué le recuerda el color azul
la claridad de un perfume,
por qué le gusta, por qué ama,
por qué le habla, por qué le sonríe
al color azul."

Geraldino Brasil. Explicación del color azul. Versión de Jaime Jaramillo Escobar. (Recogido en Poemas útiles. Pre-Textos, 2003)




F.G. Mantente en pié y bien tieso. 
Ensamblaje de objetos encontrados. 08.2017.

viernes, 19 de junio de 2015

Ventriloquia


Los ventrílocuos son profesionales de la falsificación. Imitan voces de personas y fingen situaciones sirviéndose para el paripé de un reclamo con traza de muñeco más o menos articulado, a veces tan conseguido que se aprecia en el cacho de madera cierta capacidad para la mueca (aunque, en cualquier caso, carece de la más elemental autonomía -a pesar de las apariencias- y de alma expresiva, como resulta evidente en sus actos maquinales).
Cuando la representación está controlada y sigue los cauces previstos en el guión del espectáculo, los papeles están repartidos y la discreción se valora como un mérito esencial. Pero en las épocas turbulentas (¿y qué época no lo es, si nos fijamos bien?) el imitador acaba por perder finezza (si alguna vez la tuvo) y en su tosco nerviosismo acaban por adivinarse el truco, los latiguillos y el acento. El muñeco, entonces, está perdido.
Es en esas situaciones de crisis cuando se descubre que el aparente diálogo entre objeto y factotum no es tal, y que no pasa de ser la transmisión cacofónica de un monólogo disociado.
En esa dualidad el dominante (apreciable siempre por su mayor tamaño y porque, cuando quiere, ejerce su autoridad y mete sin remisión al supuesto antagonista en la maleta) habla con el vientre con virtuosismo desigual, mientras que el bulto acoplado no pasa de ser un estómago agradecido, más o menos vistoso pero sumiso por naturaleza.
La ventriloquia es un juego cruel en el que los esquizofrénicos parten siempre con ventaja.

martes, 6 de enero de 2015

¿Qué te han traído los Reyes?


Paul Klee. Treinta marionetas. 1916-1925.

Espero, querido lector, que los Reyes Magos hayan acertado con tus gustos y necesidades. Si no es así puede deberse a que no seas lo suficientemente bueno o a que estén intoxicados por la propaganda de los grandes almacenes y el comercio en red. 
Hannah Höch. Muñecas dada. 1916-1918.
Pero no tiembles: coge una camisa vieja y cuatro cachivaches del trastero, aguja, hilo y alambres y constrúyete lo que realmente quieras. Si acaba saliendo una marioneta o una muñequita, mejor que mejor, porque responderán a tus preguntas y podrás montar un teatrito.
Aquí van unos cuantos ejemplos que seguro te resultarán útiles, aunque tu imaginación volará libre hacia donde la llamen tus necesidades. 
Oskar Schlemmer. Marionetas para una obrita de teatro en la Bauhaus. 1923.

Un buen juguete nunca te dejará solo.
Buen viaje.


Margaretha Reichardt. Ejercicios con muñequitas en el curso de Josef Albers en la Bauhaus. 1926.

jueves, 4 de diciembre de 2014

El fascinante baile de las peonzas


Sonia Delauney. La letra T del alfabeto. Les toupies (Las peonzas).
A sus ochenta y siete años, Sonia Delauney creó, pintándolo, todo un alfabeto para un cuento dedicado a sus queridos sobrinos-nietos. Cada letra estaba asociada a una cancioncilla popular y a un objeto cotidiano. La T les tocó a las peonzas (toupies en francés) y las dibujó con todo su movimiento y su cambiante dirección, con la asombrosa flexibilidad de su inclinado dinamismo (salvo cuando "se duermen" y permanecen clavadas y verticales un buen rato).

Peonza de madera bailando sobre el 
exterior de una cerámica danesa. 11.2014.
Todo es color y optimismo en ese libro, como en todo lo que tocaba esta mujer, la única artista que mantuvo la alegría de vivir en un mundo en el que parecía que había muerto para siempre tras la llegada del incoloro cubismo y el desastre de la primera guerra mundial. 
Charles y Ray Eames. Fotograma del cortometraje Tops (Peonzas). 1969.

Otra pareja de grandes disfrutadores, siempre interesados en dejarse influir por los descubrimientos del arte popular, fueron el matrimonio de diseñadores Eames, Ray y Charles, coleccionistas de casi todo a lo largo de toda la vida, pero especialmente de los objetos ligados a la diversión inocente. Y entre ellos, las peonzas, de las que hicieron este vídeo, que, entre otras muchas virtudes, tiene música de Elmer Bernstein, como era marca de las excelentes películas de la casa.  
Chardin. El niño de la peonza. 1738.


Peonza de madera bailando en el interior 
de una cerámica danesa. 11.2014.
Siempre han fascinado las peonzas a los niños y a los artistas. Y no es para menos. Este precioso cuadro de Chardin, un hombre de otra época, lo refleja de otra forma: el que se queda "clavado" en esta ocasión es el gentil muchachito. Puro embeleso.





lunes, 6 de enero de 2014

De juegos y juguetes



Alma Buscher. Construcción, Circa 1925.





La palabra jugar tiene en español muchos significados aunque, curiosamente, no están entre ellos los que corresponden a sus equivalentes francés o inglés (donde sirve para indicar la acción de representar, actuar, interpretar, tocar, etc). 


Sophie Taeuber Arp. Marioneta. Circa 1925.

Jugar en castellano es hacer algo con alegría y con el solo fin de entretenerse; travesear, retozar; divertirse tomando parte en uno de los juegos sometidos a reglas, medie o no en él interés, o por vicio o con el solo fin de ganar dinero; arriesgar, aventurar, y así sucesivamente.

Alexandra Exter. Polichinela. 1926.

Y para jugar, nada mejor que los juguetes, entendidos en nuestro idioma como objetos atractivos con los que se entretienen los niños, pero también, curiosamente, como composiciones musicales o piezas teatrales breves y ligeras, y de ahí juguete lírico, cómico o dramático. Misterios inclusivos y exclusivos del lenguaje.

Joaquín Torres-García.
Joaquín Torres-García.1928.

Los Reyes Magos de miracomosuena traen a su juguetona cofradía una selección de juguetes centenarios elaborados por conspicuos miembros de las primeras vanguardias artísticas, dotadas en general de un gozoso sentido lúdico de la vida y muy dadas a la diversión, por lo que fueron frecuentes aliados de la santa infancia en su lenguaje (escatológico, espontáneo, ruidista) y en sus estrategias (lúdicos, arbitrarios, azarosos). 

Paul Klee. Poeta coronado. 1919.
Pablo Picasso. Muñeca. Circa 1910.
                    
Muchos de ellos se preocuparon también por la educación de los alevines, y trabajaron ligados coyunturalmente a empresas de material didáctico.


Autor desconocido. Rascacielos. Circa 1920.



Ladislav Sutnar. Construir la ciudad. 1943.
















Algunos de estos preciosos juguetes fueron puestos en valor a través de exposiciones y publicaciones por el sabio ilustrado Carlos Pérez, recientemente fallecido. Buscad sus libros, y veréis lo que es bueno.


Fortunato Depero. Guantes plasticoruidistas.
Fortunato Depero. Loro. 1917.
   




sábado, 18 de mayo de 2013

La santa infancia


Juguete de Joaquín Torres García.
Ir al teatro a una función para niños y participar por inmersión acústica en su prolongada algarabía resulta una experiencia muy recomendable. Siempre fascina observar la dispar respuesta de los más pequeños ante las cosas, y quizá especialmente ante las concebidas para provocar su atención y su sorpresa. Ya la entrada al magnífico recinto tiene, especialmente para ellos, las características del acontecimiento: ruptura del ritmo ordinario, excursión en grupo (a menudo en autobús), la lenta fila de acceso con la entrada en la mano, la amable recepción de porteros y acomodadores y, una vez dentro, el espacio grandioso con su extraña atmósfera, su amplificadora resonancia, la desconocida oscuridad en la que raras luces envuelven a objetos y personas.

  
El mayor espectáculo en un programa para niños siempre está en el patio de butacas: las expresiones de arrobo al sentirse formando parte de algo nuevo, apabullante y misterioso; el vocerío agudo permanente, pase lo que pase; el delirio de gritos y excitación cuando se hace el primer oscuro total; la respuesta entusiasta a los estímulos triunfantes, mayor cuanto más primarios; las quejas espontáneas ante la puntual disminución en la intensidad del necesariamente dosificado esfuerzo actoral; el premonitorio tono decididamente gamberro de algunas expresiones y conductas, enseguida secundadas y amplificadas por el coro para desazón airada de las señoritas acompañantes.

Las representaciones concebidas para niños suelen ir buscando a través de pequeños fragmentos dinámicos y coloristas un paulatino crescendo que acaba en una apoteosis de formas, texturas, tonalidades y movimiento, una especie de culminación acumulativa de muchos de los efectos presentados a lo largo de los cuarenta o cincuenta minutos anteriores. Lo que para cualquier persona mayor sería la provocación necesaria para la expresión de admiración entusiasta en este caso se resume en una especie de protocolaria muestra de aceptación bastante distante, casi fría. Como de adulto educado que reconoce el esfuerzo, pero poco más. La emoción se ha quemado en el acto, y poco queda para la despedida. Ahora, ya, estamos a otra cosa.

  
Un público exigente, directo y sincero, con ganas de novedad y de dejarse sorprender:  algunas de las cualidades esenciales  que caracterizan a los mejores espectadores de cualquier edad, pero en este caso sin filtros. Todavía libres.
Juguete de Joaquín Torres García