Víctor de Diego.
Siempre
resulta atractiva -por infrecuente- la posibilidad de escuchar en directo a un
trío de jazz sin piano o
sin otro instrumento que supla su papel armónico. Hace falta valor y seguridad en las
propias capacidades musicales para enfrentarse a un “tour de force” en el que desaparece la red protectora
y cada componente tiene que multiplicarse para suplir esa carencia: además de
lo habitual, el contrabajista ha de tejer y ligar el sonido, el baterista
aportar grandes cantidades de matizado color y el solista (en esta ocasión el
saxofonista Víctor de Diego) ha de convertirse en protagonista absoluto en tensión permanente, sin un momento de respiro y
ocupando todo el espacio sonoro, porque, si no, aparece el silencio, y el
silencio tiene mala prensa en ciertas músicas y no cabe en algunos repertorios. En un trío los intérpretes
se marcan, la tensión se palpa y la exigencia ha de ser máxima para que todo encaje. Si funciona
ese combate, ganamos
todos: la música, los que la hacen y, especialmente, el público que la disfruta.
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El trío de Víctor de Diego. |
Víctor de Diego planteó su concierto del pasado jueves como un homenaje, un tributo a una música y a un repertorio en el que ha crecido como instrumentista y como creador. El punto de partida fue su último disco (el sexto) en el que conviven con naturalidad los temas de Monk y Coltrane, algunas piezas del cancionero norteamericano -Cole Porter y Jerome Kern- que hemos aprendido en voces maravillosas y las composiciones del propio De Diego y del trío al completo. La “naturalidad” le viene dada por su actitud frente a ese repertorio, al que aporta bastante más que simples arreglos, desarrollando los temas hasta hacerlos propios, incluyendo algo así como variaciones muy por encima de la mera improvisación.
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Gonzalo del Val, Víctor de Diego y Jordi Gaspar |
Se mostró en todo momento brillante y versátil, capaz de sonar melódico en las baladas y agitado y tenso en los temas rápidos, siempre imaginativo en sus largos desarrollos y muy técnico tanto al tenor como al soprano. Se mueve muy a gusto en “el lado amable” de John Coltrane, aunque vuela alto y libre dando rienda suelta a sus amplios gustos. Jordi Gaspar, al contrabajo, estuvo impecable en su labor de soporte, y destacó especialmente en la presentación de My heart belongs y en sus solos de Bluesgalú y The song is you, ofreciendo una variedad de sonido asombrosa y su rica capacidad melódica, llena de matices. El baterista Gonzalo del Val derrochó swing y precisión, imaginación y eficacia. Tiene un repertorio de recursos inagotable, lleno de efectos rítmicos y de colorido. Conviven en su forma de tocar lo trepidante y lo relajado, las rupturas y los deslizamientos, los ritmos latinos y los ambientes étnicos, y por destacar algo de entre su soberbio trabajo, me quedaría con su solo en Lazy bird y los cambios de tempo de Just one of those things.
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Víctor de Diego. |
Víctor de
Diego es un músico con una sólida formación de conservatorio, que ha crecido
con el tiempo involucrándose en proyectos de muy diversa índole y a base de
mucho directo, y que nunca se ha apartado de la docencia y la relación con los
jóvenes valores (algo en lo que coincide esencialmente con sus actuales compañeros
de grupo y con la nueva élite del jazz español). En otras palabras, es alguien
que suma técnica, oficio y amor por la música. Y preocupación por el
público: es muy de agradecer su actitud
empática y las ganas
de gustar que demuestra cuando dice estar sobre el escenario “para que
pasemos un buen rato”, y cuando, en los textos de su disco, da unas anticipadas
“gracias a
todos los que después de escucharlo piensen…no tocan mal estos tíos…”
Las
gracias, por supuesto, a Víctor de Diego, a Jordi Gaspar y a Gonzalo del Val. Tocaron muy bien y pasamos un buen
rato.
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Hola Francisco,
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. La verdad es que pasamos un buen rato el otro día en Logroño.
Un saludo y espero que sigamos viéndonos.