martes, 12 de mayo de 2015

Mercado de futuros

Walter Firmo. El malecón. La Habana, 1985.
Cuenta Peter Wade en su libro Música, raza y nación, que, en la década de 1920, las empresas fonográficas que vendían discos y gramófonos en las países de América central, "publicaban en los periódicos listas de discos que proporcionan alguna idea de los gustos musicales de los compradores. En estas listas se utilizan alrededor de sesenta términos diferentes para designar estilos musicales que pueden agruparse en varias categorías de amplio espectro: música ´europea´ (valses, mazurcas, polkas, pasodobles y estilos criollos como el bambuco y el pasillo) al lado de la música ´cubana´ (danzón, bolero, y otros estilos del Caribe como la plena y el merengue) y también música ´norteamericana´ (foxtrot, blues, onestop) junto con tangos ´argentinos´; las canciones, igualmente importantes, no cabían en estas categorías heurísticas regionales. Es cierto que existía una importante influencia mexicana toda vez que la canción mexicana en su advocación de canción ranchera tenía una fuerte presencia en toda América Latina, pero también lo es que bajo este término se cobijaban estilos musicales de otras regiones. 
Walter Firmo.

Es necesario recordar, en este momento, que entre la música de Cuba y México ya existía un proceso de fertilización mutua que llevaba décadas, que para un músico era posible viajar y grabar discos en las principales ciudades del continente (Nueva York, México, La Habana y Buenos Aires) y que gran parte de esta música era grabada por orquestas residenciadas en Nueva York que interpretaban partituras enviadas desde los países latinoamericanos".
Walter Firmo.

Varias enseñanzas en tan suculento fragmento: 
- la marca "música latina" viene de lejos y es más compleja que las actuales ambiciones de Miami. 
- la diversidad sonora y rítmica era (en una época de incipiente desarrollo de la industria fonográfica) mucho mayor que la actual, tan simplificada por la colonización rocanrrolera y las modas foráneas. 
- las canciones vuelan, y perduran adaptándose a los gustos de las distintas latitudes. 
- los músicos han estado siempre entre los mejores embajadores de sus países.
- las industrias culturales generan gran cantidad de dinero, prestigio y afecto para cualquier país, y los más civilizados y sensibles apoyan a sus creadores y facilitan su desarrollo y expansión. Sobre todo si tienen un idioma hablado y cantado por más de 500 millones de personas. 
Walter Firmo.

Una lectura provechosa, sin duda. A ver si llega a las manos de algún ministro de Hacienda y Cultura, o a los pavos de la marca España.  

1 comentario:

  1. ¡Qué bueno, Walter firmo! ¡Qué intensidad de color!

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