viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Por qué da tanta risa la autodenominada música contemporánea?


Hugo Ball en el Cabaret Voltaire. Zurich. 1917.
En parte porque el público desprecia todo lo que ignora; también porque una parte de esa música tiene bastante de risible y, en buena medida, porque la risa ha sido una estrategia subversiva que ha acompañado a algunas de las vanguardias más lúcidas (y lúdicas) a lo largo de todo el siglo XX. Sería, por lo tanto - al menos en ciertos casos - un efecto buscado a través de la provocación.
John Cage. Intervención en un programa de la televisión italiana. 1959.
Para conseguir ese efecto los músicos tuvieron que recurrir necesariamente a los medios de comunicación, siempre gustosos de amplificar todo lo que huela a escándalo. Y fueron solicitados sobre todo en la televisión y en los magacines de variedades, y casi nunca en los programas de cultura (donde los hubiera).
Gilbert & George. La escultura que canta. 1968
Al final ha resultado que los mejores documentos de esas performances son casi siempre programas que cuentan con un presentador popular que se ríe sin pudor del músico raro que aguanta impasible la dudosa gracia del maestro de ceremonias. En España también hicieron ese papel los No-Dos que se ponían en los cines durante la dictadura, y en los que se podía ver, entre feria de muestras e inauguración de pantano, un concierto Zaj o similar.
Zaj. Performance en Dusseldorf. 1968.

La mofa también llegó, cómo no, al cine. Un ejemplo: Alberto Sordi dirigió en 1978 el episodio "Le vacanze intelligenti", dentro de la película  "Dove vai in vacanza?" En él, el propio Sordi y Anna Longhi acuden a un concierto en el que, entre otras obras, se interpreta una versión "libre" del 4´33" de John Cage. No te lo pierdas.

La Fluxus Symphony Orchestra en un Cocierto Fluxus. 1964.
Otro día iremos con Alberto y Anna a la Bienal de Venecia, que también es de muchas risas.

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