lunes, 21 de noviembre de 2022

Brújula (y veleta)

F.G. Brújula, en el escaparate de Castroviejo Librero. Logroño. 11.2022.

Esta singular Brújula es resultado del encuentro de una vieja hoz con un tocho desechado de una chapa de acero corten. Dos piezas distantes más de un siglo en su elaboración (la una forjada por un herrero de la sierra camerana ni se sabe cuando, y el retal fundido hace nada y venido seguramente de un alto horno de quién sabe dónde), y todavía más distantes en su cometido primordial, en un caso agrícola, heredado en forma y función desde el neolítico sin evolución apreciable, y en el otro ligado a tecnologías posteriores a la revolución industrial para dar servicio a grandes infraestructuras, maquinarias diversas y a la estirpe de Richard Serra. 

Francisco Gestal. Brújula. Ensamblaje (móvil) de objetos encontrados. 2021.
También tienen valores simbólicos muy diferentes, y es casi seguro que nunca nos sorprenda una asociación de jóvenes abogados cristianos pidiendo el secuestro supercautelarísimo de un sello de correos donde se conmemore la creación de un puente o un barco, actual o de hace cien años, como acaba de suceder con el emblema del PCE.

La hoz, sin el habitual mango de madera, tiene un vástago metálico con una prolongación ad hoc que entra como eje en la perforación hecha ex profeso en el cilindro de acero con la holgura imprescindible para que la leve vela pueda girar, sin cabecear ni desequilibrarse, con el cambio de los vientos si los hubiera. Así, además de la función orientadora de la brújula, tendente a la estabilidad e idónea para señalar el rumbo seguro, este artefacto ensamblado dispone del añadido incierto de las prestaciones de una veleta, acomodaticia por naturaleza y sujeta a los caprichos de Eolo. Como la vida misma. (Apolo y Dionisos en un artilugio, ahora que caigo).

Me gustan mucho la textura y el color de la hoz, su esbelta curva amable, su vínculo arcaico, las apreciables irregularidades acumuladas por los muchos años de uso, su pulido natural, su atenuado brillo, casi mate. También me gusta lo que de pictórico ha dejado en el recio soporte de acero el corte generado por el fuego, un gesto incontrolable que aporta la  belleza sorprendente de lo inesperado, que ha añadido matices y vibración a tan elemental geometría.
F.G. lo que me mira. (Detalle).10.2021. Foto Gabriel Santolaya.

Este ensamblaje lo expuse ahora hace un año en la galería La Lonja, dentro de la muestra titulada "lo que me mira", y hora se puede ver en la vitrina de Castroviejo Librero, en la plaza del Mercado de Logroño, dentro de mi fragmentaria exposición "a la altura de los ojos y a pie de calle", que ya va por su entrega vigesimonovena. 

Acompañan a la Brújula preciosos libros que, como siempre, como a todo, la enriquecen: un par de catálogos de tres escultores muy queridos (Julio González, Pablo Picasso y Alberto Giacometti, este en danza cruel con el marqués de Sade) y un librito precioso de Walter Benjamin sobre el coleccionismo, pasión tan absorbente como tóxica.

Pásate por allí, entra y habla con los libreros, gente estupenda con ganas de escuchar y contar. Y cómprales algo, de paso.

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