Dice Luís Paulo Costa que "Todos los animales son pinturas que simultáneamente esconden y dan a ver, basadas en un territorio pictórico nada ajeno a cuestiones relacionadas con la imaginación y la representación. Imágenes pintadas de mis manos entrelazadas, en un intento de reproducir la silueta de un animal en las sombras que estas proyectan en la pared”.
Primero se fotografían las manos del artista, conducidas más por la intuición del movimiento y la fortaleza que por la intención de captar figuras precisas.
Posteriormente, se imprimen y reciben color, siempre en derivaciones de gris.
Las manos del artista, como si bailaran, se tocan y se apoyan, se superponen y se agarran. Ligeramente o con firmeza.
Aquí no hay animales. Los animales solo son una metáfora para hablar de pulsiones: del deseo, del entrelazamiento de los cuerpos o de su temperatura, sin recurrir al lenguaje verbal.
Un precioso trabajo en perfecta sintonía con las obras que dejaron grabadas en las rocas del valle del Côa nuestros antepasados de hace 40.000 a 10.000 años.
Un eco lejanísimo, pero con todo su valor evocador, pleno de sentido y emoción. Pura magia.
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