(…) “Cuando la canción terminaba, hacían una pausa breve y, sin hablar, empezaban una nueva cuya melodía era idéntica a la anterior. Me quedé mucho rato escuchándolos, alimentando esa zona lumpen de mi corazón donde lo hermoso y lo horrible son lo mismo.”
Leila Guerriero. Lumpen: horribles formas de la belleza. El País, 28.09.22.
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