Luis Meléndez. Bodegón con ciruelas, brevas, pan, barrilete, jarra y otros recipientes. 1760-70. |
"Sabiduría del ciruelo. Como
si fielmente cumplieraun versículo del Deuteronomio,
de sus frutos dos tercios los conserva en las ramas:
uno para las aves del cielo, que no siembran
ni cosechan ni guardan en graneros: los mirlos,
que siempre llegan antes,
las hordas de estorninos, negras y cacofónicas,
que caen de golpe sobre el esplendor del árbol
como los forajidos
de Peckinpah, y los pájaros menudos
que misteriosamente
trasladan a su canto esa misma dulzura
verdidorada que pican en las ciruelas.
El otro tercio es para nosotros, los humanos.
Arrancar las ciruelas con saltos, varas, faldas,
banquetas inestables y risas, y guardarlas
en canastos o cajas con su piel empañada
y alguna hojilla díscola
es recoger ciruelas y además
es una fiesta de la vida. Y queda
para la tierra el otro tercio: esas
ciruelas que a los pies del árbol, magulladas,
van amarilleciendo, y se oscurecen, y
se descomponen para transformarse
en la fuerza que al cabo de un año llevará
a las antiguas ramas una nueva
generación, tres tercios de ciruelas."
Monte da Tomba, 26-VI-2014
Miguel D´Ors. Sabiduría del ciruelo. (Recogido en Manzanas robadas. Renacimiento, 2017.
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