Se trata de una novela de aventuras delirantes con cuatro iluminados en cruzada permanente contra el mundo, en el incomparable marco del desierto y los cañones de Utah. Anarquismo ecologista de alto voltaje, lleno de situaciones tan inverosímiles como chocarreras, con aliento optimista y alucinado. Una mezcla deliciosa de la ideología panteísta de Thoreau en Walden y de los personajes de Jack Kerouac en Los vagabundos del Dharma, con la iconografía de Robert Crumb, que con sus escasas viñetas pone cara y decorado a tan singulares tipos en un muy especial entorno compartido por mormones y pieles rojas. Alucinante.
Se puede leer como un gran tebeo con inmensos bocadillos, jugosos, picantes y muy nutritivos, con un catecismo básico: resiste y desobedece, y no dejes de pasártelo bien; pero sé consciente de que todas las acciones tienen consecuencias y repercusiones, también para los destructores justicieros cargados de buenas intenciones.
Es un libro mucho más maduro, más serio, de lo que cabría suponer en principio. De hecho, pasa por ser un manual informal de instrucciones para el terrorismo ecologista, por sus pormenorizadas descripciones de procedimientos de sabotaje práctico.
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