Desde hace trece o catorce años un grupo de amigos nos reunimos con la coartada de la noche de San Juan para celebrar la amistad. La hospitalidad de los anfitriones nos sigue acogiendo sorprendentemente, después de tanto tiempo, con los brazos abiertos, y disimula excesos (sobre todo verbales) de todo tipo.
Pierre-Auguste Renoir. El almuerzo de los remeros. 1881. |
Campanillas de la huerta de Uruñuela.
La fiesta tiene muchas de las cualidades que vende el gobierno regional como supuesta seña de identidad de nuestro privilegiado territorio: naturaleza primorosa, aire limpio y libre, sol, sombras vibrantes y luminosas, pájaros afinados y afanosos, tiempo abundante por delante, tranquilidad y buenos alimentos.
Maite en una vibrante interpretación de racial pasodoble.
Empezamos a mediodía y acabamos pasada la media noche, con la hoguera saltada, los votos formulados y oliendo a chamusquina, y mientras tanto comemos y bebemos, hacemos excursiones por viñedos, ríos y choperas, nos subimos a algún cerezo, hablamos de lo divino y de lo humano y cantamos, cantamos mucho, unos peor que otros.
Pierre Bonnard. Naturaleza muerta con mantel. 1914. Intervención estelar de Josu.
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F.G. Hoguera de San Juan en Uruñuela. 23.06.13. |
Chisporroteo y crepitar de la hoguera.
Y como epílogo, la luna llena. Un día perfecto.
F.G. Luna llena de San Juan en Uruñuela. 23.06.13. |
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