Cuando mi amigo Jacinto Viguera me regaló un magnífico compás sin función conocida en la vieja bodega familiar, sentí alegría, agradecimiento y una apremiante necesidad de intervenir para estar a la altura de mis recuerdos, haciendo algo interesante con el "bípedo articulado".
El regalo vino acompañado, entre otras cosas, de un enorme tapón de corcho y madera que en tiempos cerraría un depósito de grandes dimensiones, y atender a un desafío me llevó a intentar resolver el destino de los dos.
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| Joan Miró. Bailarina española. 1928. MNCARS. Madrid. |
Hay en la colección del Museo Reina Sofía una obra de Joan Miró que siempre me ha fascinado: se trata de un enorme collage en el que, en 1928 y embarcado en la deriva antipictórica que involucraba a buena parte de la vanguardia artística europea, decide incluir, regidos por un sobrio esquematismo, materiales desechables y objetos encontrados: "un recuadro de papel de lija incluye una «V» invertida dibujada a lápiz, bajo la que se aplica un recorte de papel con la imagen del zapato de una bailaora de flamenco. La línea vertical de la izquierda es una estilización de su cuerpo, mientras que la cabeza estaba representada por una pequeña peana circular atravesada por una pluma, de la que solo queda la marca. La obra, procedente de la colección de André Breton, fue considerada por el poeta Paul Éluard como «la pintura más desnuda que pueda imaginarse»", según relata la hoja de sala del museo. Formaba parte de una serie de cuatro, todos titulados "Bailarina española", y la del Reina es considerada la mejor, junto con la del Beaubourg parisino.
Me pareció que podría ser una línea de trabajo adecuada para ensamblar los objetos prácticamente antagónicos pero que enseguida demostraron un atractivo magnético, y me planteé la posibilidad de ensayar, bajo la metáfora de la "bailarina española", un arriesgado ejercicio contra la ley de la gravedad y a favor del equilibrio inestable y la levedad, a favor del vuelo libre y, de paso, un homenaje explícito al maestro Miró, que tanto, tan bien y tan perdurable nos ha enseñado a los amantes del arte y de la poesía visual.
Los dos brazos articulados debían permanecer íntegramente a la vista, sin clavarse en el el cilindro compacto de madera y corcho, y mientras uno marcaba el centro de la superficie y establecía su eje, el otro la desbordaba como en una alegoría de la danza.
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| F.G. El cuaderno de "breves bellezas muertas". 2025. |
La intención estaba clara y en el dibujo parecía fácil, porque el papel lo aguanta todo, pero llevarlo a feliz término y con la estabilidad necesaria requirió de la competencia técnica y el ingenio de José Carlos Balanza, que resolvió con delicadas operaciones de ocultas ingenierías los problemas generados por el escaso peso y la irregularidad de la base, evitando el desplome del compás.
Un complejo ejercicio de rigor y fantasía.
(Puedes verla en la Casa de los periodistas, de Logroño, hasta el 23 de diciembre de 2025, dentro de mi exposición breves bellezas muertas).






Poco se ha hablado de la importancia de hacer pie para poder volar.
ResponderEliminarTres intéressant
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