martes, 9 de diciembre de 2025

Construiré un paisaje

F.G. Construiré un paisaje. Ensamblaje de objetos encontrados. 2025.
A mediados del siglo XIV el florentino Francesco Petrarca ascendió al Mont Ventoux, la montaña más alta del entorno de Aviñón, donde entonces vivía, impulsado por el deseo irresistible de contemplar el panorama que desde allí se divisaba. El poeta narró la preparación y dureza del ascenso, la conmoción estética que sintió al llegar a la cima y la consciencia - en pleno éxtasis- de que la mirada al mundo exterior debía completarse con una elaboración interior, con un ensimismamiento. Ese testimonio es valorado por historiadores y teóricos del arte como el punto de partida de la consideración cultural del paisaje en occidente, de la conmoción estética que puede producir la contemplación de la naturaleza.
Incluso la definición geográfica del paisaje como “cierta extensión de terreno que adquiere unidad e independencia gracias a la atención que alguien le presta” parece tener en cuenta a Petrarca. Y con más razón lo hacen los que se han aproximado a él desde la práctica artística: el territorio no se convierte en paisaje hasta que alguien lo mira y con su mirada lo recorta, lo interioriza y obtiene placer, goce estético. Como ha dicho Claudio Guillén “es la mirada humana la que convierte la naturaleza en paisaje”. Es la mirada del artista la que crea la obra, y en la misma medida el concepto de paisaje se convierte también en metáfora del acto creativo.
F.G. El punto de partida. Lomos de Orios. 10.2025.
Consciente de esa realidad y sin necesidad de subir y bajar de un monte, decidí construir un paisaje para culminar esta exposición y empecé a buscar los elementos que habrían de constituirlo. Tras dar muchas vueltas encontré en la leñera de Lomos de Orios, conducido por Pájaro, artista y ermitaño, dos tochos, uno de roble y otro de encina, que cumplían mis expectativas. 
F.G. En el taller de Monta, en Arnedo. 11.2025.
A los días fui a Arnedo para ver a Monta, experto como pocos en maderas y en su tratamiento, y comenzamos el delicado ensamblaje de las piezas, haciendo por ellas todo lo necesario pero sin prescindir de nada de su riqueza expresiva. Lo esencial era establecer la vertical del encuentro, la única línea recta del conjunto y que sería el reflejo de mi intención, y luego añadirle dos grapas de hierro de las que usaban los ferroviarios para afirmar traviesas, encontradas en un paseo por el Cordel de los marchantes, entre Puerto Real y Vejer de la Frontera, hace varios años. 
F.G. Dos grapas. Chiclana. 2022.
Modificamos el perímetro lo imprescindible, manteniendo irregularidades y cortezas. La veta de corte del roble se aprecia ordenada y vertical y la de la encina horizontal y caótica, como rasgada, y sus colores, ahora unificados por la aplicación de un aceite nutriente, irán difiriendo conforme pase el tiempo y vayan secando, tendiendo uno a rubio y el otro a terroso.
Aunque, en palabras de Leonardo, "el arte es una cosa mental", no cabe duda de que el tiempo también pinta. Espero que sea "a favor de obra".
(Puedes verlo en la Casa de los periodistas, de Logroño, hasta el 23 de diciembre de 2025, dentro de mi exposición breves bellezas muertas).

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