Ralph Towner y Paolo Fresu. |
En la pareja artística formada por Ralph Towner y Paolo
Fresu a las conocidas bondades del dúo de jazz se añaden las ventajas de la
relación intermitente. Un vínculo, digamos, “fijo-discontinuo”, que se renueva
a conveniencia desde hace más de veinte años y al que cada uno va aportando en
cada reencuentro lo que sigue aprendiendo a través de otras experiencias
musicales, la visita de otros sonidos y la satisfacción de otros intereses.
Retoman de vez en cuando la colaboración abierta donde la
dejaron, con la facilidad que da el contar con el repertorio incombustible de
su disco Chiaroscuro (2009), que lleva camino de convertirse en un clásico del
jazz del siglo XXI. En ese puerto
seguro, sobre esas diez canciones magníficas, vuelan alto y renuevan y enriquecen
la provechosa relación. Comentó Fresu
que el disco reflejaba “la filosofía del dúo”, y se refirió a Caravaggio y a su
contrastado estilo de luces y sombras como una constante fuente de inspiración
para su música.
Caravaggio. El tañedor de laúd. 1596. |
Afortunadamente su concierto en Logroño tuvo un sonido perfecto,
transparente, algo absolutamente imprescindible para apreciar tan sofisticada
música. Y para disfrutarla plenamente, porque además de su evidente complejidad
intelectual también es una música con voluntad de apreciación sensual, que
desde su delicada sutileza llama a la alegría de vivir.
La noche empezó con Punta Giara para seguir con Wistful
thinking, Doubled Up y Blue in Green (esa maravilla escrita por Bill Evans y
firmada a medias con Miles Davis). Después el standard I fall in love too easy,
de Jule Styne, popularizado por Frank Sinatra y los trompetistas Chet Baker y -de
nuevo- Miles Davis, en la que apreciamos la capacidad del dúo para el swing y
para afrontar cómodamente una canción de estructura convencional, más allá de
los modos lineales donde se suelen mover. Y para acabar, Chiaroscuro, Sacred
Place y, de regalo, Summer´s end, con un aire de bossa nova brillante y alegre.
Ralph Towner . |
Ralph Towner
demostró que es un virtuoso dotado de una técnica compleja, sofisticada y
esencialmente clásica, que pone al servicio del sonido y de la emotividad de su
personal forma de entender, tocar y componer jazz. Su formación inicial como
pianista se aprecia en su asombrosa capacidad “polifónica” -tocando con
naturalidad varias líneas melódicas simultáneamente- y en sus desarrollos
armónicos. Escuchándole se entiende que se sienta más cerca de Bill Evans que
de los guitarristas del be-bop, porque su música resulta siempre cool, limpia,
precisa, elegante. Su forma de tocar asombra a los aficionados al jazz, aunque
sea habitual en otras culturas guitarrísticas: la sutileza de la cuerda
pulsada, su maestría con el legato, la capacidad de obtener delicados sonidos
percutivos en el mástil mediante leves presiones, los efectistas glissandos, su
fluidez,…, todo en él resulta –aparentemente- sencillo y natural: como
respirar. Y cuando toca la guitarra barítono no disminuyen esas cualidades y
entre las sonoridades graves aparece la
capacidad para hacer sonar un instrumento acústico con la potencia de un bajo
funky.
Paolo Fresu. |
Junto a este sabio tranquilo, este virtuoso en plena madurez
que todo lo hace fácil, estuvo el impecable Paolo Fresu, un brillante trompetista que aportó versatilidad al
dúo, unas veces a través de vibrantes
desarrollos melódicos sobre el ostinato minimal y a menudo remarcando el valor
musical del silencio, la importancia de ese aire que es poco más que el aliento
vital previo a la nota musical. Resultaba curiosa su gestualidad, recordando a
veces a un arquero en constante tensión para colocar la nota precisa en el
lugar adecuado, y otras convertido en un ovillo reconcentrado, buscando desde
donde extraer de su capacidad instrumental la sentimentalidad, el brillo y el
calor que equilibraran tan delicadas melodías. Como en todos los trompetistas
de su generación se puede reconocer en Fresu la influencia de Miles Davis, pero más en la intención que en la técnica o
el fraseo, lo que le mantiene lejos de la amenaza manierista. Su paleta de
sonido –con el fiscorno y la trompeta, con o sin sordina- es amplísima, y su
riqueza tímbrica admirable, muy apropiada para aportar atmósferas y colorido al
repertorio.
Caravaggio. La tentación de San Mateo. 1599. |
Fue un excelente concierto de setenta minutos que se
hicieron muy cortos, con el público en un silencioso arrobo ante dos músicos
unidos a la vez por el contraste y la sintonía entre la cálida luz y la misteriosa
sombra. Aunque, como suele pasar en las parejas, los papeles eran
intercambiables.
Para el anecdotario queda, por infrecuente, la utilización
en plena actuación de una lima de uñas por el maestro Towner. Y es que la mano
es un instrumento de precisión.
Ralph Towner & Paolo Fresu
JAZZ 2016. Cultural Rioja
Teatro Bretón. Logroño
11 de mayo de 2016
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