lunes, 10 de noviembre de 2014

Un ruido secreto

Marcel Duchamp. À bruit secret. 1916.

À bruit secret es una obra de Marcel Duchamp compuesta por un ovillo de cordel entre dos láminas cuadradas de latón, sujetas por cuatro tornillos y con un pequeño objeto de material desconocido dentro de la madejita.
Es una pieza concebida para la acción, y solo completa su sentido cuando el espectador la agita y escucha un ruido extraño producto de su intervención. Es el punto de partida de las teorías que consideran al espectador como parte esencial de la obra artística, que solo se completa con su participación activa. 

Máquina impresora escocesa del siglo XIX.
En realidad, todos los objetos contienen una potencial fuente de sonido en su interior. 
Christoph Lenderwasch. Carillón de Salzburgo. 1704.
Incluso los instrumentos musicales, por complejos que sean, permanecen mudos sin la intervención del intérprete o ejecutante que les dé ánimo.
Pablo Picasso. Naturaleza muerta con botella de anís. 1909.
La botella de anís, especialmente si es de Anis del Mono, es singular y reúne lo mejor de esos dos mundos: es un instrumento privilegiado para acompañar rítmicamente el canto colectivo (sobre todo en las fiestas familiares, y muy especialmente en las navideñas) y es un bello objeto inerte, transparente y facetado, al que los chorretes de azucar aportan algo de azaroso pringue. Por tener, tiene hasta un chiste darwinista en la etiqueta que, cuando empezamos a perder los papeles, nos recuerda (con poco éxito) de dónde venimos. Y a lo que llegamos.
Su singularidad "musical", sin embargo, no es interior ni está oculta, sino que es evidente y palpable en su rugosa epidermis.


Botella de anís frotada rítmicamente con cuchillo de cocina. 6.11.14.

Juan Gris. La botella de anís. 1914. 

Porque "lo más profundo es la piel", como bien sabía Paul Valéry.

4 comentarios:

  1. ¡Que entrada tan emocionante!
    Los cubistas dándole vueltas a unos pocos objetos cotidianos (entre ellos la botella de anís) para enseñarnos a mirar el mundo de otra manera y acabar con la convencional perspectiva y, poco después, Duchamp invitándonos a formar parte de la obra. En una década revolucionaron nuestra forma de ver. Aprendimos que ver es, también, participar.
    Gracias por asumir, tan bien, la herencia en el "miracomosuena".

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    1. Hablando de herencias, mi padre siempre decía que el anís era muy traidor.

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    2. También Marcel Duchamp tiene muy mala fama. Casi tan inmerecida como la excesivamente buena que tiene entre otros muchos.

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  2. Lo que esta claro es que a todos les gustaba el anís.

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