miércoles, 5 de noviembre de 2014

Jordi Savall las canta claras

Jordi Savall. Foto de Mané Espinosa.

Quizá la excelencia (ese sobado concepto tan devaluado por el mal uso que de él hacen las escuelas de mercadotecnia y los vendeburras de todo tipo) sea exactamente lo demostrado por el maestro Jordi Savall renunciando, para no traicionar sus principios y convicciones, al premio nacional de música que le había concedido el Ministro de Educación, Cultura y Deportes.
Jordi Savall. Francisco Guerrero. Ojos claros y serenos. 
El Cancionero de Medinaceli. Hespèrion XX. Auvidis. 1992.
Y aprovechar la oportunidad, de paso, para reprocharle al principal responsable del desinterés y la incompetencia en la promoción del arte y de los creadores su contumaz olvido y menosprecio. El principal responsable seguramente sí, pero de ninguna manera el único: en este Estado tan descentralizado que nos hemos dado, esa obligación han de compartirla necesariamente las consejerías autonómicas y los ayuntamientos, tal y como les ordena la Constitución española en su artículo 44.
Jordi Savall. Cristóbal de Morales. Misa pro Defunctis. Communio.
La Capella Reial de Catalunya. Hespèrion XX. Auvidis 1992,

Jordi Savall dirigiendo a La Capella Reial de Catalunya y Hespèrion XXI.

Es lamentable tener que recordarle a quien se supone que tendría que saberlo (¿dónde pillan a esta gente, y, sobre todo, para qué?) que el arte es útil para los ciudadanos porque fortalece su dimensión humana y espiritual, y que los artistas son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de un país; que la ignorancia y la amnesia conducen al final de toda civilización, porque sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia.
Estas palabras forman parte de la carta enviada por Savall a Wert, y ya, desde su emisión, es referencia ineludibe para la historiografía musical española. Todo un hit. 
Jordi Savall. Tomás Luis de Victoria. Cantica Beatae Virginis. Magnificat Primi toni (a 8)
La Capella Reial de Catalunya. Hespèrion XX. Auvidis 1992.


Jordi Savall y Montserrat Figueras. Foto de David Ignaszevski.

La excelencia, seguramente, es eso: además de ser un artista singular, un investigador prolífico y un maestro de influencia universal, hay que ser capaz de ejercer como persona y asumir la responsabilidad de ciudadano, denunciando lo insoportable.
Gracias, maestro, por el valor del ejemplo.
Y por la música.

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