Jordi Savall. Foto de Mané Espinosa. |
Quizá la excelencia (ese sobado concepto tan devaluado por el mal uso que de él hacen las escuelas de mercadotecnia y los vendeburras de todo tipo) sea exactamente lo demostrado por el maestro Jordi Savall renunciando, para no traicionar sus principios y convicciones, al premio nacional de música que le había concedido el Ministro de Educación, Cultura y Deportes.
El Cancionero de Medinaceli. Hespèrion XX. Auvidis. 1992.
Y aprovechar la oportunidad, de paso, para reprocharle al principal responsable del desinterés y la incompetencia en la promoción del arte y de los creadores su contumaz olvido y menosprecio. El principal responsable seguramente sí, pero de ninguna manera el único: en este Estado tan descentralizado que nos hemos dado, esa obligación han de compartirla necesariamente las consejerías autonómicas y los ayuntamientos, tal y como les ordena la Constitución española en su artículo 44.
La Capella Reial de Catalunya. Hespèrion XX. Auvidis 1992,
Es lamentable tener que recordarle a quien se supone que tendría que saberlo (¿dónde pillan a esta gente, y, sobre todo, para qué?) que el arte es útil para los ciudadanos porque fortalece su dimensión humana y espiritual, y que los artistas son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de un país; que la ignorancia y la amnesia conducen al final de toda civilización, porque sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia.
Jordi Savall dirigiendo a La Capella Reial de Catalunya y Hespèrion XXI. |
Es lamentable tener que recordarle a quien se supone que tendría que saberlo (¿dónde pillan a esta gente, y, sobre todo, para qué?) que el arte es útil para los ciudadanos porque fortalece su dimensión humana y espiritual, y que los artistas son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de un país; que la ignorancia y la amnesia conducen al final de toda civilización, porque sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia.
Estas palabras forman parte de la carta enviada por Savall a Wert, y ya, desde su emisión, es referencia ineludibe para la historiografía musical española. Todo un hit.
La Capella Reial de Catalunya. Hespèrion XX. Auvidis 1992.
Jordi Savall y Montserrat Figueras. Foto de David Ignaszevski. |
La excelencia, seguramente, es eso: además de ser un artista singular, un investigador prolífico y un maestro de influencia universal, hay que ser capaz de ejercer como persona y asumir la responsabilidad de ciudadano, denunciando lo insoportable.
Gracias, maestro, por el valor del ejemplo.
Y por la música.
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