Aaron Siskind. Terrores y placeres de la levitación. Serie realizada en Chicago, durante la década de 1950.
Las fotografías de esta entrada proceden del archivo de la George Eastman House.
Se
ha vuelto a publicar en español (en nueva traducción de Elzbieta
Bortkiewicz y Abraham Gragera para Pre-Textos) la colección de aforismos que Stanislav Jerzy Lec tituló en 1957 Pensamientos despeinados.
Este polaco está considerado por algunos expertos como uno de los más
grandes dentro del género más breve. Su corta vida estuvo llena de
penalidades (persecución antisemita, campo de concentración nazi, guerra
civil, ocupación estalinista, incesante cambio de fronteras y de
nacionalidad) y forjó su estilo acorazándose a través de la ironía y la
mordacidad contra el dogmatismo y el totalitarismo reinantes, que vienen
a ser la misma cosa, pero el segundo uniformado y haciendo el paso de
la oca en cualquier lugar y a la menor oportunidad.
La
mayoría de sus aforismos, llenos de paradojas y sorprendentes
metáforas, son de carácter moral, libertarios y beligerantes, y tienen
una preocupación muy acentuada por las palabras y el idioma.
Por
las burlas de la vida, su apellido hebreo tiene, según los traductores,
un doble significado: define al "gracioso" y a "aquel que observa e
interpreta". En su caso, y por ser tan bueno en lo segundo, apenas pudo
ejercer de lo primero, devorado por el sarcasmo del superviviente.
Dentro del brillante conjunto de epigramas llaman poderosamente la atención un pequeño grupo dedicado al arte, de los que traemos unos cuantos por su precisión y actualidad, por su visión radical llena de intención crítica. |
“La gente que no tiene nada que ver con el arte no debería tener nada que ver con el arte. ¿Sencillo, no?”
“Un solo trazo del artista separa a veces dos épocas del arte”.
“La obra habla por sí misma; si tiene que hablar”.
“¿El arte ha de ser comprensible? Sí, pero sólo para sus destinatarios”.
“Algunos odian el arte. Ya es bastante que lo reconozcan”.
“Arranca el forro a una obra mediocre y verás el sudor del autor”.
“¿El arte? Una bomba de relojería en una caja de música”.
“En los dominios del arte, el orden de las palabras no es democrático”.
“¿Defender el arte? ¡No, obligarlo a atacar!
“Una obra maestra no lame la mano de su creador”
Pensamiento libre entre el vértigo y el vuelo. Pirueta prolongada en el vacio, sin red y sin miedo a despeinarse. Deslumbrante.
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