Ariel Rot. Foto de Gorka Postigo. |
Por los procelosos misterios de la organización, coincidieron las entradas agotadas y un aforo a medias: asombroso. Pero a lo que estamos.
Frágil y directo, armado tan solo de guitarra y piano, cantó durante setenta minutos un hermoso repertorio de canciones propias y ajenas en las que el idioma (tan amplio y tan diverso) sirvió de flexible columna vertebral para músicas de orígenes dispersos (milongas, boogies, corridos y "mejicaniadas", blues,...) que obtienen de esa riqueza verbal su mejor arma y justificación, porque ahí encuentran un pozo de emoción sin límite.
Ariel Rot es un compositor brillante especialmente bien dotado para los tiempos medios, que optó hace
mucho por cantar como habla y como hablan sus vecinos, valorando ese
patrimonio común como un vehículo de comunicación inabarcable.
Es además un músico erudito que se mueve a sus anchas
entre referencias y citas (de Pachelbel a los Rolling Stones; de
Joaquín Sabina a Andrés Calamaro; del Cuarteto Cedrón y Raúl
González Tuñón a Sergio Makaroff ), pero que disfruta también con
las autocitas paródicas y los guiños cómplices dirigidos a la audiencia, por
lo menos a la parte atenta de la audiencia (o sea, la audiencia
propiamente dicha), porque la otra parte del público (a la que dirigió un
brillante dardo: “¿Se escucha al fondo? Yo de aquí sí os
escucho”) estaba a otras cosas.
En esta ocasión, y sin el brillo y el dramatismo que aporta la
banda, se mostró como el cantante maduro y preocupado por el paso del tiempo que mira más hacia atrás
que hacia delante, como el privilegiado observador que percibe la
imparable decadencia de la música popular agarrándose a cuantas raíces y ramas tiene a mano. Al menos en lo que a él concierne, parece evidente que la "moribunda" música popular goza de una salud de hierro, más allá de las vicisitudes
de la industria. En cualquier caso, “se hace lo que se puede, y no se puede volver
atrás”.
La cultura española tiene una importante deuda con los exiliados de la dictadura militar argentina (un "genocidio cultural", en palabras de Julio Cortazar, que duró desde 1976 a 1983) que llegaron a nuestro país cuando estábamos empezando a salir de nuestra propia larga noche de plomo.
En lo referido a la música popular, personajes como Moris, Alejo Stivel o Ariel Rot trajeron información, libertad, talento y mucho desparpajo, y con su actitud se convirtieron en un potente revulsivo para la renovación del rancio panorama dominante, ayudando a cambiarlo a mejor.
Ariel Rot en Logroño. 28.10.14. Fotografía gentileza de JPEG estudio. |
En lo referido a la música popular, personajes como Moris, Alejo Stivel o Ariel Rot trajeron información, libertad, talento y mucho desparpajo, y con su actitud se convirtieron en un potente revulsivo para la renovación del rancio panorama dominante, ayudando a cambiarlo a mejor.
Ariel Rot. Foto de Jerónimo Álvarez. |
Para terminar, un saludo "privado" para una fan accidentada (levemente) en el evento:
"Cuando me di vuelta ya no estabas,
yo solo buscaba la mirada del adiós".
Y es que "La elegancia ahora viaja en ambulancia".
"Y el que tenga un amor que lo cuide
y
que mantenga la ilusión
porque
la vida es un baile de ilusiones
y
el que no baila está muerto.
Porque
la vida es un sueño
y
los sueños, sueños son".
Gracias a todos por vuestra ayuda e interés, y a Ariel Rot por la visita.Ariel Rot.
Centro de la cultura del Rioja.
Logroño, 28.10.14.
Ariel Rot 4 de noviembre de 2014 11:23
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Francisco. Un abrazo.
Preciosa crónica de un concierto que recordaré siempre. Gracias por el saludo.
ResponderEliminarUna fan de Ariel Rot que viaja en ambulancia buscando la elegancia.
Qué dedicatoria tan bonita y amorosa para la fan accidentada. Tiene que estar orgullosa y, espero, en vías de recuperación.
ResponderEliminarBesos, Rosa.