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Jean Arp. Sculpture d'une lettre. 1961. |
"Paseo por los goces de la vida diaria. Primero un paisaje: mi gratitud al azar por haber nacido en una familia humilde. Intuyo que la abundancia desorienta. ¿Y los placeres? Escuchar tres homenajes a la inteligencia: la música de Bach, Monteverdi, Desprez. Dejar en el platillo de un violinista los gritos del saxo de Coltrane. El cinismo bondadoso de las canciones de Brassens. Las avenidas iluminadas y los recovecos oscuros de un idioma. Leer a Camus y Arendt, dos flechas éticas que me guían. Una coherencia que no crea presidios. El salmorejo, la ventresca y el rape compartidos. Los paraísos variados del sexo. Las páginas del poeta que es un vehículo transparente en sus mejores versos. No padecer el fracaso que llaman envidia. La risa que no hiere. Mi escudilla de mendigo a la que caen notas de música extranjera. El diálogo con hombres libres. Cuidar las cosas sin poseerlas. El cine y los laberintos trazados por Pasolini en Teorema. Recordar el agua de la niñez. No ser el bufón de la propia conciencia. Envejecer sentado en un refugio de preguntas. El goce de no tener tiempo para el odio."
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Flor Garduno. Con corona. Mexico, 2000. |
Siempre hay que escuchar con atención a Fernando Savater. También cuando recomienda un libro como Ciento noventa espejos, de Francisco Javier Irazoki (Hiperión, 2017), escritor, músico, cronista durante años de la vida parisina y crítico de poesía, que ha construido "una especie de sonetos en prosa" de ciento noventa palabras que demuestran a las claras que los límites formales que se impone un creador no tienen por qué mermar la ambición creativa y el interés final de su obra artística.
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Robert Doisneau. El acordeonista. Rue Mouffetard, Paris. 1951. |
Llena por igual de luz y de penumbras, bien surtida de referencias musicales y pistas literarias, de viajes, recuerdo y palabras, este libro es una excelente guía de recursos para afrontar la búsqueda de una vida feliz.
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Alexander Calder. Ráfaga de nieve. 1950. |
Preciosa escultura de Jean Arp. Mirándola bien, es como El nacimiento del mundo, de Courbet, depilado.
ResponderEliminarCautivador y bello todo lo que traes aquí. Mil gracias
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