martes, 31 de diciembre de 2013

Alfred Brendel, el intérprete

Alfred Brendel fotografiado por Benjamin Ealovega.

Es relevante lo que opine Alfred Brendel acerca de los intérpretes, porque él pasa por ser, después de una larga vida dedicada al estudio directo de las partituras de los grandes compositores para piano, el paradigma de músico que dialoga con lo escrito por otro para expresar lo que el otro quiso decir y no otra cosa. (Muy distinto, por lo tanto, del ya famoso "intérprete" del funeral de Mandela, donde tantas risas hicieron algunos fotogénicos líderes mundiales malinterpretando el sentimiento de los países que les tocaba representar).


Paul Klee. Fuga en rojo.
En su calidad de ensayista y poeta, Brendel ha dado a la luz un destilado "de lo que, a mi avanzada edad, tengo que decir sobre la música, los músicos y los asuntos de mi oficio". Buen punto de partida: nos habla un trabajador, privilegiado por la materia de su oficio y por los brillantes resultados obtenidos, pero un trabajador. No un dios del Olimpo, sino alguien que se atreve a afirmar que su "colaboración con los representantes más conspicuos de los afinadores se cuenta entre las experiencias más felices de mi vida musical". Un enamorado del sonido y no solo de la música, en definitiva.


Paul Klee. Nueva armonía.
Pues bien, esto es lo que nos cuenta en la entrada dedicada al intérprete en De la A a la Z de un pianista. Un libro para amantes del piano (Acantilado, 2013):
"Que los seres humanos estamos hechos de contradicciones es algo que se sabe desde mucho antes de Hegel. El intérprete es un buen ejemplo de ello. Toca para el compositor y al mismo tiempo para el público. Debe tener una visión panorámica de toda la pieza y, al mismo tiempo, hacerla surgir del instante. Sigue un plan y se deja sorprender a un tiempo. Se domina y se olvida de sí mismo. Toca para él y al mismo tiempo para el último rincón de la sala. Impresiona por su presencia y, cuando la suerte le es propicia, se disuelve al mismo tiempo en la música. Es un soberano y un sirviente. Es un convencido y un crítico, un creyente y un escéptico. Cuando sopla el viento adecuado se produce la síntesis de la interpretación.
Según una antigua definición, los retóricos deben enseñar, conmover y entretener. El intérprete es un retórico. Debe dar normas al público sin menospreciarlo; debe conmovernos pero sin ponernos sus sentimientos en bandeja. Y no debe temer ser frío, ligero, cómico o irónico cuando la música lo exige".
Paul Klee. Escritura, personajes. 1925.

Él ha navegado siempre con viento propicio, como demuestra su monumental obra, pero leyendo el sobrio papel que se reserva dan todavía mas dentera algunas carreras en las que el marketing y la peluquería lo han llenado todo de ruido.
Paul Klee. Harpía harpiana.para tenor y soprano en sol bemol.
En otra entrada señala las diferentes posibilidades y niveles de apreciación de las distintas artes por parte del público:
"(...) Un cuadro, una escultura, incluso una novela están ahí, existen. Podemos examinar el objeto, dar vueltas en torno a la escultura, leer el libro. También pueden leerse las partituras y escuchar mentalmente la música al leer, pero somos una minoría los que podemos hacerlo. De ahí que la música sea "ejecutada" por intérpretes (y de ahí su parentesco con el teatro). 

Paul Klee (primero por la derecha) en el estudio del pintor Heinrich Knirr. 1930.


Paul Klee decía de sí mismo que era "una compañía de teatro al completo". Intentemos seguir su ejemplo.
Algunos intérpretes opinan que la música adquiere vida cuando se la hace sonar. No, vive ya en gran parte en la partitura, pero duerme. El intérprete tiene el privilegio de hacerla despertar o, para decirlo más cariñosamente, darle vida con un beso".
Paul Klee. Al estilo de Bach.



¿A que no se te había ocurrido, querido lector, interpretar al intérprete como príncipe azul de esta bonita historia de amor y dedicación, trabajando siempre a favor de la bella durmiente?
El piano y el intérprete Alfred Brendel.

lunes, 30 de diciembre de 2013

¿Cómo sonaba Ámsterdam en 1645?



Rembrandt. Vista de Amsterdam desde en noroeste. Circa 1645.
(...) "La primavera se entregaba como un regalo del Creador a la ciudad de Ámsterdam. Todo revivía, sacudiéndose de encima la modorra del hielo y los agresivos vientos invernales que, por meses, asolaban la villa y oprimían a sus habitantes, sus animales, sus flores. Mientras las temperaturas subían sin darse demasiadas prisas y la lluvia se presentaba con frecuencia, los colores se desperezaban, despojando de su protagonismo casi absoluto al blanco de la nieve en los tejados y al pardo de los lodazales en que se habían convertido las calles por donde aún no habían pasado las legiones de colectores municipales. 

Rembrandt. Vista de una esclusa. Circa 1645. 
Con los tonos recuperados también renacían los ruidos y se avivaban los olores. A los mercados regresaban los vendedores de perros, con sus jaurías de lebreles, pastores y galgos vociferantes; salían a la intemperie los bulliciosos tratantes de especias y hierbas aromáticas ( orégano, mirto, canela, clavo, nuez moscada), tan delicadas al tacto y al olfato como incapaces de resistir las temperaturas invernales sin perder la perfumada calidez de sus almas; las tabernas abrían sus puertas, regalando el olor fermentado de la cerveza de malta y las risas de los clientes; y retornaban a la ciudad los proveedores de bulbos de tulipanes, con la promesa de una floración de colores anunciada a gritos para luego decir en voz baja los precios desbocados, como si les avergonzara -solo como si les avergonzara- explotar la moda y pedir cifras exageradas por una cebolla peluda que apenas encerraba la promesa de su futura belleza. 
Rembrandt. Vista de Omval, en las afueras de Amsterdam. Circa 1645.
Las voces de los mercaderes, carretoneros, conductores de barcazas y borrachos arracimados en cualquier esquina (incontables en una ciudad donde casi no se bebía agua, dizque para evitar una segura disentería), sumados a los ruidos penetrantes de los talleres de fabricantes de armas o de tambores y la monótona canción de los aserraderos, formaban una algarabía compacta que muchas veces al día resultaba tapiada por el repique atropellado de las infinitas campanas de la ciudad que, desentumecidas, parecían tañer con más vehemencia, en su misión de anunciar cualquier acontecimiento.


Rembrandt. Vista sobre el Amstel desde la muralla. Circa 1645. 
Campanas solitarias, campanarios de múltiples bronces y musicales carillones traídos de Berna advertían de horas, medias y cuartos, de aperturas y cierres de negocios, de llegadas o zarpas de barcos y celebraciones de misas o entierros, de bautizos y matrimonios retardados por el invierno, y de alguna ejecución por ahorcamiento, a las cuales eran tan adictos los holandeses, siempre como si el tañido de la metálica notificación convirtiera en realidad el hecho que la provocaba. En la Sint Anthonisbreestraat, camino de la casa del Maestro (Rembrandt), frente al edificio donde vivía Isaac Pinto, Elías Ambrosius Montalbo de Ávila se detuvo ese mediodía y compartió su buen ánimo primaveral con el sonido (ese sí, armónico) de las treinta y cinco campanas, alineadas como pájaros sobre una valla, colgadas de lo alto de la torre de Hendrick de Keyser, sobre la cruz de la Zuiderkerk". (...)

Las torres de Amsterdam, varias de ellas obra de Hendrick de Keyser. De izquierda a derecha, Haringpakkerstoren, Jan Rodepoortstoren, Zuidertoren, Oudekerkstoren, Westertoren, Montelbaanstoren y Munttoren. Grabado de 1850.

Nos lo cuenta Leonardo Padura en Herejes (Tusquets, 2013), un extraordinario manojo de historias agrupadas como singular novela en la que nos relata, con su fino oído de habanero apaleado por la vida, que nada ha sido fácil nunca para nadie en ningún lugar si ha pretendido ser libre y obrar conforme a su propia conciencia: ni en Sefarad, ni en los Países Bajos, ni en Polonia, ni en Miami, ni en Cuba. En ninguna época, a ninguna edad, con cualquier creencia y bajo cualquier régimen político.
Y aún así, merece la pena el esfuerzo de seguir intentándolo.


viernes, 27 de diciembre de 2013

Un sonido de vendimia



Robert Mapplethorpe. Uvas.1985.


La vieja sabiduría ha funcionado una vez más y ya están en circulación los nuevos vinos, llenos de aromas, brillo y sabores complejos, y de su mano alegrías y promesas de salud futura. Todo el trabajo de un año en la viña y en la bodega ha sido coronado por el éxito. Gracias, Noé, y en tu nombre gracias a los sabios campesinos, a los esforzados vendimiadores venidos a menudo de lejanas tierras, y a las jóvenes enólogas que renuevan y mejoran las prácticas ancestrales sin cesar. 



Sonido de vendimia, grabado por Helena Jiménez Gestal.
Septiembre de 2013.

F.G. Mercado de La pescheria. Venecia. 9.2013.
Gracias, y que no falte.






jueves, 26 de diciembre de 2013

Cualquier noche puede salir el sol


F.G. Medianoche en Helsinki. 07.2013.




Hay que tenerlo siempre presente, como último resquicio para la esperanza y el optimismo.
Nos lo canta Jaume Sisa en su villancico laico, con la casa convertida en un acogedor belén inmenso, lleno de buenos (viejos y nuevos) amigos. 


Jaume Sisa. Qualsevol nit pot sortir el sol. 1975. 

Por algo lo convirtieron las víctimas de la rapiña hipotecaria en su solidario himno oficioso. 

F.G. Entramado solar. 07.2013.


Qué suerte para un músico.









miércoles, 25 de diciembre de 2013

Dos villancicos de Camarón



F.G. Campos de Clavijo. 12.2013.
La comisión de festejos de miracomosuena desea a su tan singular como fiel parroquia unas buenas fiestas, y les obsequia con este hermoso collage-aguinaldo navideño del pastorcillo Schwitters (en cualquier lugar, hasta entre los viejos papeles rotos, puede manifestarse la belleza y la vida)
Kurt Schwitters
También aportamos, de cara a las largas sobremesas familiares, dos villancicos poco conocidos del ángel cantor Camarón de la Isla, acompañado por tres magos tañedores del sur: Paco de Lucía, Ramón de Algeciras y José Antonio Rodríguez. 

Camarón de la Isla. A Belén, pastores. 1973.
F.G. Campos de Clavijo. 12.2013.

Camarón de la Isla. La Virgen María. 1973. 
F.G. Campos de Clavijo. 12.2013.
Resuenen con alegría los cánticos de mi tierra.

martes, 24 de diciembre de 2013

Gloria in excelsis



Maestro de Sigena. Nacimiento de Cristo y adoración de los ángeles. 1519. Museo del Prado.

El Museo del Prado alberga tesoros que conmemoran todo el ciclo festivo anual, y muy especialmente las fechas clave de la vida de Cristo, reedificada sobre las ruinas de creencias ancestrales basadas en la atenta observación de la naturaleza (algo así como aprovechar una vieja tonada por todos conocida para componer la nueva canción en la que se da cuenta de las buenas noticias, o bordar las letras del mensaje reciente sobre una urdimbre antiquísima).
A partir de hoy crece la luz, y enseguida renacerá la vida.
El tenor Miguel Bernal -en otro bello fruto del Proyecto de Iconografía Musical de la UCM- suplanta al ángel y nos entona el Gloria recogido en la arcaizante pintura del Maestro de Sigena.



Y paz (y motivos para que la haya) en la tierra a los hombres de buena voluntad.



lunes, 23 de diciembre de 2013

Els pastorets


Sales al campo a disfrutar de una mañana soleada de invierno y de repente te encuentras con los misterios de la naturaleza:

F.G. Campos de Clavijo. 12.2013.
un rebaño de ovejas canta placenteramente, gozando del pasto fresco, sin cencerros ni tenores solistas, y con los pastores, tranquilos y disfrutando del espectáculo, al fondo.


Rebaño de ovejas en los campos de Clavijo.
Diciembre de 2013.

De repente, llegan los efectos especiales de la superproducción consuetudinaria. La eterna guerra de las galaxias, pero sin ruptura de relaciones, sin declaración de guerra.



Y, después de la abducción, todo vuelve a la aparente normalidad. El acontecimiento, sin cronista, no tuvo lugar. 

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Rebaño de ovejas en retirada.
Campos de Clavijo. Diciembre de 2013.



F.G. Campos de Clavijo. 12.2013.


Decidles a quienes quiera que sean que no todo está echado a perder. Que, al menos, los campos de invierno están en sazón, y que seguimos apreciando la belleza y la calma. 

                                                                F.G. Campos de Clavijo. 12.2013.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Adios al otoño


Mark Rothko. Fragmento de The Seagram murals. 1959.


El   largo otoño que hoy acaba ha tenido muchas cualidades de crudo invierno, y se ha despedido de nosotros entre nieblas, escarcha y mucho frío.
Pero el otoño es un tiempo esencialmente placentero, sensual, fértil y cargado de belleza visual y sonora. Así lo apreció John Keats en su memorable oda, en la que no se olvidó del olfato y el gusto:  
Luis Meléndez. Bodegón con manzanas, peras, cajas de dulce y recipientes. 1759.


"Estación de la bruma y la dulce abundancia,
gran amiga del sol que todo lo madura,
tú que con él planeas cómo dar carga y gozo
de frutos a la vid, bajo el pajizo alero;
cómo doblar los árboles musgosos de las chozas,
con peso de manzanas, y sazonar los frutos,
y henchir la calabaza y rellenar de un dulce
grano las avellanas: cómo abrir más y más
flores tardías para las abejas, y en tanto
crean, puesto que los cálidos días no acaban nunca,
pues les colmó el estío sus pegajosas celdas.

¿Quién, entre tu abundancia, no te ha visto a menudo?
A veces, el que busque fuera, podrá encontrarte
sentado en un granero, en el suelo, al descuido,
el pelo suavemente alzado por la brisa
algo viva; o dormido, en un surco que a medias
segaron, al aliento de las adormideras,
mientras tu hoz respeta trigo próximo y flores
enlazadas. Y a veces, como una espigadora,
enhiesta la cargada cabeza, un riachuelo
cruzas; o junto a alguna prensa de cidras, velas
pacientemente el último fluir, horas y horas.

¿Dónde están las canciones de primavera? ¡Ah! ¿Dónde?
Ni pienses más en ellas, pues ya tienes tu música,
cuando estriadas nubes florecen el suave
morir del día y tiñen de rosa los rastrojos;
entonces el doliente coro de los mosquitos
entre sauces del río se lamenta, elevándose
o bajando, según el soplar de la brisa;
y balan los crecidos corderos en los montes;
canta el grillo en el seto; y ya, con trino blando,
en el jardín cercado, el petirrojo silba
y únense golondrinas, gorjeando, en el cielo".

"Al Otoño". John Keats. Septiembre de 1819.

Camille Pissarro. El bosque de Marly.1871.


En   Japón también disfrutan de una hermosa estación que inspira a los espíritus sensibles. Hemos gozado en nuestra ciudad de una muestra de ello con la interpretación al shakuhachi (flauta tradicional de bambú) que Antonio Enzan Olías hizo de una composición de Yamamoto Hozan, titulada Aki (Otoño).

 Ogata Kōrin. Grulla (biombo). Principios siglo XVIII.
Un  saludo, lejano pero caluroso, para los visitantes que llegan a miracomosuena desde los extremos orientes (que los hay). 
Perseverad, y que el invierno sea leve para todos.
Eusebio Sempere. Las cuatro estaciones. 1980.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Partituras


Pierre Bonnard. Petit solfège illustré. Boceto preliminar. 1891.

A veces los artistas plásticos se han atrevido a componer y escribir música. Valgan como ejemplo estos pocos que siguen, y decida el afinado lector qué tal le suenan. Los signos, en su mayoría, no son demasiado convencionales, pero dan información de sobra. Y la nota.



Tommaso Marinetti. 1919.

Felipe Dulzaides.
Todos los lugares en los 
que he estado en los últimos veinte años.


Saul Steinberg. 1971.


Walter Marchetti. Principio compositivo.






Mark Wallinger. Metro de Londres.


León Ferrari. 2008.
Joan Brossa. S musical.

Kp´ erioum. Raoul Hausmann.





Adriana Varejao. Contingente. 2000.










miércoles, 18 de diciembre de 2013

La sección de cuerda


Caravaggio. El concierto. 1595. 

Nos concreta Wikipedia que "los instrumentos de cuerda o cordófonos son instrumentos musicales que producen sonidos por medio de las vibraciones de una o más cuerdas, usualmente amplificadas por medio de una caja de resonancia. Estas cuerdas están tensadas entre dos puntos del instrumento y se hacen sonar pulsando, frotando o percutiendo la cuerda".


Chema Madoz. 2000?.

Su variedad es grande y suman su belleza formal y perfecto acabado a lo emotivo y delicado de su amplia sonoridad.

Man Ray. Le violin d´Ingres. 1924.

El equipo de luthiers de miracomosuena os trae unos cuantos ejemplos singulares, por si os sirven de inspiración a la hora de elegir los regalos navideños de la parentela. 


Robert Doisneau. Un enchantement simple. 1950.

El Bosco. Detalle del Jardín de las Delicias. 1505.

Guy Le Querrec. Charlie Mingus. Circa 1960. Sur de Francia.

Diego Velázquez. Los tres músicos. 1617.


Gregory Corso. Poet Saturn.

Ojalá acertéis.