El largo otoño que hoy acaba ha tenido muchas cualidades de crudo invierno, y se ha despedido de nosotros entre nieblas, escarcha y mucho frío.
Pero el otoño es un tiempo esencialmente placentero, sensual, fértil y cargado de belleza visual y sonora. Así lo apreció John Keats en su memorable oda, en la que no se olvidó del olfato y el gusto: Luis Meléndez. Bodegón con manzanas, peras, cajas de dulce y recipientes. 1759. |
"Estación de la bruma y la dulce abundancia,
gran amiga del sol que todo lo madura,
tú que con él planeas cómo dar carga y gozo
de frutos a la vid, bajo el pajizo alero;
cómo doblar los árboles musgosos de las chozas,
con peso de manzanas, y sazonar los frutos,
y henchir la calabaza y rellenar de un dulce
grano las avellanas: cómo abrir más y más
flores tardías para las abejas, y en tanto
crean, puesto que los cálidos días no acaban nunca,
pues les colmó el estío sus pegajosas celdas.
grano las avellanas: cómo abrir más y más
flores tardías para las abejas, y en tanto
crean, puesto que los cálidos días no acaban nunca,
pues les colmó el estío sus pegajosas celdas.
¿Quién, entre tu abundancia, no te ha visto a menudo?
A veces, el que busque fuera, podrá encontrarte
sentado en un granero, en el suelo, al descuido,
el pelo suavemente alzado por la brisa
algo viva; o dormido, en un surco que a medias
segaron, al aliento de las adormideras,
mientras tu hoz respeta trigo próximo y flores
enlazadas. Y a veces, como una espigadora,
enhiesta la cargada cabeza, un riachuelo
cruzas; o junto a alguna prensa de cidras, velas
pacientemente el último fluir, horas y horas.
A veces, el que busque fuera, podrá encontrarte
sentado en un granero, en el suelo, al descuido,
el pelo suavemente alzado por la brisa
algo viva; o dormido, en un surco que a medias
segaron, al aliento de las adormideras,
mientras tu hoz respeta trigo próximo y flores
enlazadas. Y a veces, como una espigadora,
enhiesta la cargada cabeza, un riachuelo
cruzas; o junto a alguna prensa de cidras, velas
pacientemente el último fluir, horas y horas.
¿Dónde están las canciones de primavera? ¡Ah! ¿Dónde?
Ni pienses más en ellas, pues ya tienes tu música,
cuando estriadas nubes florecen el suave
morir del día y tiñen de rosa los rastrojos;
entonces el doliente coro de los mosquitos
entre sauces del río se lamenta, elevándose
o bajando, según el soplar de la brisa;
y balan los crecidos corderos en los montes;
canta el grillo en el seto; y ya, con trino blando,
en el jardín cercado, el petirrojo silba
y únense golondrinas, gorjeando, en el cielo".
Ni pienses más en ellas, pues ya tienes tu música,
cuando estriadas nubes florecen el suave
morir del día y tiñen de rosa los rastrojos;
entonces el doliente coro de los mosquitos
entre sauces del río se lamenta, elevándose
o bajando, según el soplar de la brisa;
y balan los crecidos corderos en los montes;
canta el grillo en el seto; y ya, con trino blando,
en el jardín cercado, el petirrojo silba
y únense golondrinas, gorjeando, en el cielo".
Camille Pissarro. El bosque de Marly.1871. |
En Japón también disfrutan de una hermosa estación que inspira a los espíritus sensibles. Hemos gozado en nuestra ciudad de una muestra de ello con la interpretación al shakuhachi (flauta tradicional de bambú) que Antonio Enzan Olías hizo de una composición de Yamamoto Hozan, titulada Aki (Otoño).
Un saludo, lejano pero caluroso, para los visitantes que llegan a miracomosuena desde los extremos orientes (que los hay).
Perseverad, y que el invierno sea leve para todos.
Perseverad, y que el invierno sea leve para todos.
Eusebio Sempere. Las cuatro estaciones. 1980. |
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