lunes, 9 de febrero de 2015

Jorge Pardo, caudal flamenco

Jorge Pardo, fotografiado por Jesús Pardo.
Acertaron quienes le reconocieron como mejor músico europeo de jazz en 2013 y aciertan quienes le programan en los festivales flamencos: Jorge Pardo demuestra cada vez que se sube a un escenario que lo suyo trasciende y supera las etiquetas, que es un músico extraordinario con una apertura de miras envidiable, y que se mueve como pez en el agua en cualquier medio y sin ningún complejo. 
Alguien que formó parte creativa durante décadas del grupo de Paco de Lucía, o que participó junto a Camarón en la grabación de La leyenda del tiempo (¡hace treinta y seis años ya!), o que colabora muy a menudo con buena parte de lo mejor del jazz nacional e internacional, acude por derecho propio y con motivos sobrados a cualquier lugar donde le llamen para tocar su música.

Paco de Lucía de gira con Jorge Pardo y otros amigos.

En   el concierto del pasado jueves en el salón de columnas del Teatro Bretón demostró que tiene tanto soniquete como swing, que goza de un compás privilegiado y que se desliza como un improvisador vertiginoso por un repertorio de honda raíz popular haciéndolo propio, para goce y asombro de los aficionados. Por no hablar de la técnica, algo que se aprende y que se ha de interiorizar (e inmediatamente olvidar) para que la música fluya libre y personal: estamos ante un virtuoso que apuesta fundamentalmente por la expresión, y que investiga a conciencia los límites de sus instrumentos más allá de la ortodoxia académica. Esa actitud, propia y esencial del jazz, la aporta Jorge Pardo con toda naturalidad a la cultura musical flamenca (que, muy probablemente, nunca se había visto en otra), dotando a sus elementos melódicos y rítmicos de nuevas posibilidades y más amplia libertad expresiva.
Pablo Picasso. Los tres músicos. 1921.

Los vientos de Jorge Pardo han sonado siempre muy flamencos, y, además, plurales. Tanto a la flauta como al saxo consigue convertirse en protagonista absoluto de lo que suena, haciendo a la vez de acompañamiento instrumental, de voz cantante (con un surtido prodigioso de “metales” en la amplia sonoridad que consigue) y de precisa máquina de compás. Nadie da tanto. Su interpretación logra la hondura de cualquier gran cantaor, pero con la ventaja de su mayor extensión, pudiendo “cantar” más largo y tan expresivo como la mejor voz. Se nota que ha acompañado y aprendido de muy buenos cantaores, y siempre ha confesado y tiene a gala que se nutre y aprende de lo que respira en su entorno. Una actitud admirable, que le ha posibilitado añadir al feeling jazzístico el quejío flamenco. O viceversa, que en este caso tanto monta.
Jorge Pardo, Josemi Carmona y El Bandolero.

Estuvo muy bien arropado por Josemi Carmona (de los Habichuela: toda la historia del flamenco en una familia), muy a gusto, imaginativo y brillante, dotando a la guitarra de la sonoridad novedosa conseguida mediante los recursos técnicos y estéticos que permite la electrónica, y en perfecta sintonía con José Manuel Ruiz, “El Bandolero”, talentoso percusionista que sacó un extraordinario partido al cajón y a su media batería: magia y ritmo a partes iguales.
Jorge Pardo.

En   cuanto al repertorio, comparecieron por allí Manuel de Falla y Maurice Ravel, tan a gusto como en su casa entre alegrías dedicadas a la Perla de Cádiz, una soleá (en la que cupieron, holgadas, y entre invocaciones a John Coltrane, la zambra de La niña de fuego y el bolero Historia de un amor), unos tangos de muy variados ritmos, una emocionante taranta acabada en un taranto (ambos muy camaroneros) para terminar por bulerías y por todo lo alto.
El  público, asombrado por el evidente alarde interpretativo de lo que todavía para bastantes suena a herejía iconoclasta, disfrutó con atención. No obstante, el entusiasmo fue perfectamente descriptible. Cosas de los clichés, probablemente.
Jorge Pardo, fotografiado por Jesús Pardo.
Jorge Pardo es un creador privilegiado, un entusiasta incansable inmerso en infinidad de proyectos que se complementan y enriquecen mutuamente, abierto a todas las influencias, y con la rara virtud de que, por muchas veces que lo escuches tocar, nunca lo verás repetirse. Todo un lujo, y satisfacción garantizada.



Como regalo para la paciente afición lectora, traigo un fragmento de su actuación como solista en el Cubo del Revellín, de Logroño, en noviembre de 2011, dentro del ciclo Inaudito, desaparecido víctima de la tijera. Él solo, y sin amplificación ninguna, puso en pie una orquesta. 

Jorge Pardo trío
Salón de columnas del
Teatro Bretón.
Logroño.
5 de febrero de 2015.


Otras crónicas de Jueves Flamencos en miracomosuena:
Vicente Amigo.

(Publicado en Rioja2 el 09.02.2015)


4 comentarios:

  1. Tienes mucha razón Pachí. Un lujo de concierto en la bombonera flamenca de Logroño. Un abrazo.

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  2. Bienvenido, Fifo.
    Vuelve pronto. Estás en tu casa.

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  3. Muy buena lectura de lo que hace este gran músico.

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