jueves, 5 de febrero de 2015

Eco y Narciso

Salvador Dalí. La metamorfosis de Narciso.1937.

Nos cuenta Ramón Andrés en su extraordinario Diccionario de música, mitología, magia y religión (Acantilado. Barcelona, 2012), que Eco (a la que las musas habían enseñado el arte de la música) era una ninfa de extrema gracia y hermosura que con sus argucias entretenía a Hera para que, mientras tanto, Zeus pudiera ir en busca de aventuras amorosas.
Caravaggio. Narciso. 1594-96.
Cuando se dio cuenta de sus manejos, Hera la condenó a repetir todo lo que oyera, y la incapacitó para hablar por sí misma. Fascinada por Narciso, sufrió su desprecio y como consecuencia murió de amor, aunque su voz quedó vagando por los montes, expandiendo encanto y zozobra.
Guillermo Pérez Villalta. Narciso. 2006.
La raíz del nombre de Narciso significa adormecer u ofuscar, y ofuscadas quedaban las ninfas cuando lo veían.
Naia del Castillo. Narciso. 2011.
Aunque, para ofuscamiento, el del propio Narciso, condenado por los dioses a padecer el dolor del amor no correspondido. Atraído por la sed hasta un arroyo, quedó maravillado por la belleza de su propio reflejo y murió sin atreverse a beber por no turbarlo.   
Richard Avedon. Ringo Starr. 1965.
En aquellos tiempos sí que se escribían buenos culebrones.


J.S.Bach. Suite francesa nº 6. Giga. BWV 817. 
András Schiff, piano. Decca, 1993.

Como brillante ejercicio de eco, ahí queda, querido visitante, el del maestro J.S. Bach en la versión para piano de András Schiff. Que lo disfrutes repetidamente.

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