Francisco de Zurbarán. La Virgen niña dormida. 1660. |
(…) Amo el silencio porque creo que en el silencio se encuentra aquello que metafóricamente podría calificarse como el vértice del mundo, el punto donde convergen todos los planos de cuanto llamamos realidad, puesto que ese punto es la semilla de la cual las cosas han nacido y nacen, y a la que, paradójicamente, también vuelven. Tengo la fortuna de poder escucharlo cada día durante algunas horas. Jamás, cuando le he prestado toda mi atención, he dejado de notar un atisbo de infinito en él. Tanto me seduce, que hubo un tiempo en que acaricié la idea de escribir algo parecido a una historia muy parcial y subjetiva del silencio, rastreando entre textos y pinturas, desde ciertos frescos pompeyanos y dibujos orientales, por ejemplo, a pintores como Zurbarán, Chardin o Hammershoi. Aunque el proyecto pudiera ser gigantesco como para intimidar a cualquiera, el motivo que verdaderamente me desalentó para acometerlo era que cada testimonio del silencio, cada tentativa nuestra de actuar como espejos suyos, no es ya, cabalmente, silencio, sino otra cosa…, una construcción lingüística o cromática, un discurso.
Vilhelm Hammershoi. Ida leyendo una carta. Circa 1910. |
Antonio Moreno. Fragmento de Las palabras del centurión (recogido en el libro En otra casa. Ediciones de La Isla de Siltolá, 2012)
Chardin. Filósofo leyendo (retrato de su amigo el pintor Joseph Aved). 1734 |
Yo quiero hacer fotos como Vilhelm Hammershoi!
ResponderEliminarSilencio íntimo
Beso
Teresa