Dentro del festival
PhotoEspaña2014, la Casa de la Imagen ha preparado una exposición sobre
el trabajo fotográfico de Teo Martínez entre 1960 y 1976.
Bajo el sugerente título
de Nostalgia y vanidad (los
dos polos de interés sobre los que gravita el valor de cualquier
fotografía, según la opinión de Teo), Jesús R. Rocandio ha
acometido su segundo encuentro con la obra de Teo con una intención
distinta: si en la primera ocasión (Foto Teo,
reportajes. 1958-1982, presentada en el
Ayuntamiento de Logroño en 2008) proponía una visión integral de
su trabajo pero con especial atención a su contenido documental
sobre los protagonistas de la Transición en nuestra ciudad, ahora
esa faceta de reportero de actualidad política pasa a un discreto
segundo plano para poner el foco directamente en los rasgos que lo
hacen compatible (y comparable) con mucho de lo mejor de lo que se
estaba haciendo en la fotografía española de esas décadas, y, en
ese sentido, reivindicando por mérito propio un puesto en esa
historia.
Teo Martínez. Procesión de los Picaos. San Vicente de la Sonsierra, 1964. Cortesía de la Casa de la Imagen. |
Los
temas en esta ocasión quedan limitados a la etnografía, los
sucesos, el
deporte, los espectáculos al aire libre y a un interés muy especial
por la infancia, una edad de inocencia y curiosidad que siempre le ha
interesado. De todos ellos se han seleccionado ejemplos magníficos,
editados en condiciones óptimas de restauración y tiraje que ponen
de relieve su valor artístico que trasciende el interés local.
Teo empezó su brillante
trayectoria como cualquier otro aficionado autodidacta: mirando
alrededor. Aprende a hacer fotos observando la vida que pasa y
tratando de poner en sus obras lo que le gusta ver en las de otros:
información e intención, curiosidad y sentimiento.
Teo Martínez. Carrera motociclista. Logroño, 1963. Cortesía de la Casa de la Imagen. |
La materia prima
intuitiva se va puliendo con el oficio, y la circunstancia feliz de
trabajar de manera continuada para medios de comunicación le lleva a
especializarse en reportajes (desarrollados en series y secuencias)
regidos por la urgencia informativa, con la precisión y la concisión
como valores añadidos.
Teo Martínez. Entrega de televisores a los teleclubs. Logroño, 1967. Cortesía de la Casa de la Imagen. |
Cuando fotografía al
régimen franquista, a sus cachorros y a sus flecos, se interesa por
la parte de atrás del tinglado de tan pobre farsa, por el patético
vacío de los espacios ceremoniales y por el moho que cubre la
gastada purpura.
Teo Martínez. Ascenso a Segunda División. Logroño, 1970. Cortesía de la Casa de la Imagen. |
Simultáneamente, su
“mundología” le enseña cuánto le gusta a la gente verse
fotografiada, y lo que empieza como estrategia comercial acaba
formando parte de su estilo: retratos colectivos de espectadores
-especialmente de aficionados al fútbol-, algo así como una orla de
los que habían asistido a una gesta que a veces terminaba en
victoria.
Teo Martínez. Procesión. Clavijo, 1962. Cortesía de la Casa de la Imagen. |
Teo siempre ha afirmado
que desconocía el trabajo de otros fotógrafos y estaba al margen de
grupos y publicaciones. No obstante, vistos con la distancia del
tiempo, sus trabajos parecen coincidir en intereses y formas de
afrontarlos con muchos de sus contemporáneos en otras latitudes,
aunque su obra tiene un marcado carácter personal.
Respecto al “tono”, se aprecia en todo su trabajo la mirada de un humorista, de un desengañado que está de vuelta de tanta mentira cotidiana.
Respecto al “tono”, se aprecia en todo su trabajo la mirada de un humorista, de un desengañado que está de vuelta de tanta mentira cotidiana.
Teo Martínez. Carrera de caracoles. Murillo de Rio Leza, 1970. Cortesía de la Casa de la Imagen. |
Teo Martínez. Gorgorito, de maese Villarejo. Logroño, 1967. Cortesía de la Casa de la Imagen. |
En cualquier caso,
conociera o no a los fotógrafos históricos o a los maestros de la
pintura, estamos ante un artista consciente en todo momento de la
relevancia de su trabajo, con vocación de estilo propio e interés
por la pervivencia de su obra: datos fundamentales para demostrar que
Teo Martínez es un creador singular, un fotógrafo que merece todo
el interés que se le ha dedicado estos últimos años y el
reconocimiento académico que acabará por llegar. Esta exposición
de la Casa de la Imagen ayudará notablemente en ese difícil camino.
Teo Martínez. Niños. Clavijo, 1962. Cortesía de la Casa de la Imagen.
(Publicado en Rioja2. 18.06.14)
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario