Hay obras que se van formando por acumulación. En realidad, todas, aunque, en algunas, parte del proceso sea sustractivo y simplificador. En este caso el retablo se desarrolló a lo largo de nueve meses, desde que supe que iba a hacer la exposición en La Lonja, con sus amplias y altas paredes, hasta el momento del "izado" en su espacio principal, pocos días antes de la apertura al público.
Las reaprovechadas lonas que utilizo como soporte reflejan, en un caso, a un hombre que mira atento y simultáneamente se esconde tras el preciso instrumento de visión y memoria del que se sirve, y la otra es una pauta reiterada de señales carcelarias para calcular, en la medida de lo posible, el inexorable paso del tiempo, que se hace eterno y a la vez vuela, algo así como un precario calendario de sombras pletórico de urgencias y carencias.
Sobre ambas, una ingente cantidad de objetos de muy distintas características, acumulados por sus valores plásticos y significativos que, poco a poco, fueron formando una especie de desengañada vanitas.
Una especie de sueño contradictorio del habitante de un cubículo que se recrea en su confusa indolencia sobre un camastro desvencijado por la agitada tensión, por las vanas esperanzas, afanes, amores y espejismos, por todo lo que siente como perdido para siempre mientras percibe que lo que le queda por vivir se le escapa entre los dedos y se marchita en un abrir y cerrar de ojos.F.G. El retablo mayor. Ensamblaje. 2021. Fotos de Gabriel Santolaya y F.G. |
El collage dentro del collage.
ResponderEliminarLa vida dentro de la vanitas.
Este estupendo comentario, con sus bellísimas fotos, garantiza que la obra no desaparecerá.
Gracias, artista.
Finalmente, lo que nos mira no es otra cosa que el reflejo fragmentario de nosotros mismos. Gracias por juntar las piezas del puzzle.
ResponderEliminar