Los ventrílocuos son profesionales de la falsificación. Imitan voces de personas y fingen situaciones sirviéndose para el paripé de un reclamo con traza de muñeco más o menos articulado, a veces tan conseguido que se aprecia en el cacho de madera cierta capacidad para la mueca (aunque, en cualquier caso, carece de la más elemental autonomía -a pesar de las apariencias- y de alma expresiva, como resulta evidente en sus actos maquinales).
Cuando la representación está controlada y sigue los cauces previstos en el guión del espectáculo, los papeles están repartidos y la discreción se valora como un mérito esencial. Pero en las épocas turbulentas (¿y qué época no lo es, si nos fijamos bien?) el imitador acaba por perder finezza (si alguna vez la tuvo) y en su tosco nerviosismo acaban por adivinarse el truco, los latiguillos y el acento. El muñeco, entonces, está perdido.
Es en esas situaciones de crisis cuando se descubre que el aparente diálogo entre objeto y factotum no es tal, y que no pasa de ser la transmisión cacofónica de un monólogo disociado.
En esa dualidad el dominante (apreciable siempre por su mayor tamaño y porque, cuando quiere, ejerce su autoridad y mete sin remisión al supuesto antagonista en la maleta) habla con el vientre con virtuosismo desigual, mientras que el bulto acoplado no pasa de ser un estómago agradecido, más o menos vistoso pero sumiso por naturaleza.
La ventriloquia es un juego cruel en el que los esquizofrénicos parten siempre con ventaja. |
Vas a tener que abrir una sección del blog titulada metáforas de la vida política.
ResponderEliminarComo siempre estupendo análisis y magníficas fotografías, aunque sus autores sean desconocidos.
Gracias. S.
Es natural que haya cierta dosis de misterio en esto de las psicofonías, aunque siempre acaba por saberse de quién es la mano que mece la cuna.
EliminarGracias por la visita.
Hasta pronto.
Está la cosa que echa humo.
ResponderEliminar¡Más madera!
Echo en falta en la iconografía a Doña Rogelia, a Rockefeller, a Rodolfo y a Monchito. ¿A qué se debe tan flagrante ninguneo?
ResponderEliminarComo están todavía en activo he preferido evitar los derechos de imagen y remontarme a sus truculentos modelos antepasados.
EliminarLlevo dos días acordándome de Gorgorito, Rosalinda y Maese Villarejo ¿Por qué será?
ResponderEliminarJ.L.J.
Yo ya me temía que cada vez que hablaba, hacía del vientre. Y no del mío.
ResponderEliminarFantástica entrada, Pachi. Cuando quieras te dejo la peli de Stroheim. Es sobrecogedora.
Bernardo.
Pues si es sobrecogedora es apropiada por más de un motivo.
EliminarUn abrazo, querido Bernardo.