lunes, 24 de marzo de 2014

La Macanita y Jesús Méndez: la herencia recibida

F.G. Tomasa La Macanita en Bilbao. 06.12.2013.

Si la quinta cita de los Jueves Flamencos en el Bretón hubiera sido un espectáculo teatral o un concierto clásico, probablemente habría sido suspendido sobre la marcha, y de haberse tratado de la proyección de una película pasaríamos un buen rato hablando de sus singulares “efectos especiales”.
A causa de la buena acústica del teatro, músicos y público estuvimos sometidos a una sobredosis de envolventes estímulos sonoros indeseables: un amplio y desparramado comando bullanguero se encargó durante más de una hora del "surround" a través de pitos, bastones y palmas desacompasadas, a lo que se sumó durante un buen rato otro comando técnico impulsor de un exceso de amplificación mal ecualizada que distorsionaba las calidades sonoras de los intérpretes. Por lo demás, perfecto.
Jesús Méndez y Manuel Valencia.
La cita en Logroño de la “gira del norte” de Jesús Méndez y La Macanita empezó con una ronda de tonás de alta intensidad que resultó un acierto para apreciar las distintas características de sus voces, ambas cargadas de doliente expresividad y con una escuela muy semejante, pero contrastando la varonil, amplia y redonda, y la femenina, de una bellísima tesitura gitana. Resultó lamentable el afán de algunos por querer marcar con pitos y algún bastón (oír para creer) el compás de unos cantes libérrimos que no atienden otro que no sea el de la respiración del cantaor.
Continuó el recital con Jesús Méndez (incrustado dentro del grupo habitual de Tomasa), enfrentándose con todo el poderío de su juventud y el brillo y la energía aprendidos en la familia a un repertorio de cantiñas y alegrías, a un precioso taranto, y, con la amplificación ya atemperada, a una seguiriya (que nos recordó para bien a otro ilustre jerezano: Terremoto) y a unos fandangos (uno de ellos, abandolao, precioso). Supo sobreponerse a los “jaleadores”, auténtico comando “al despiste”, y demostró que, además de saber y querer cantar, un artista que se precie ha de tener dotes de concentración y ensimismamiento a prueba de interferencias y malos rollos.
F.G. Tomasa La Macanita en Bilbao. 06.12.2013.
Tras un descanso seguramente innecesario reapareció La Macanita, que cantó, tan bien como suele, unas bulerías por soleá purísimas, bulerías, una soleá canónica, una malagueña (llena de sentimiento y con un alarde de honda sabiduría y capacidad melismática), y una preciosa canción en compás de bulería que le compuso su amigo Fernando Terremoto, y que fue lo más contenido de su explosivo recital. Estuvo pletórica, y revivió para los afortunados presentes las formas y saberes de La Paquera y Fernanda de Utrera. Palabras mayores. 
Durante su actuación arreció el jaleo (en el mal sentido de la palabra) ambiental, más intenso cuanto más rítmico fuera el cante, encargado de meter palos en las ruedas de la perfecta maquinaria de Chícharo y Macano, hasta llegar al ajusticiamiento sonoro por vil garrote de la compleja soleá.
F.G. Tomasa La Macanita en Bilbao, acompañada por Manuel Valencia. 06.12.2013.
Manuel Valencia (que acabará comprándose un piso en Logroño) tocó y acompañó tan bien como suele. Hizo para Méndez una seguiriya de hondo sentimiento, con ataques cortos, picados y una delicadísima falseta, muy rica melódicamente y con un imaginativo compás; también brilló con el ritmo complejo y variado que aportó a los fandangos. A Macanita la sirvió perfectamente, siendo reseñables la riqueza rítmica que aportó a las bulerías, los adornos de la soleá, una falseta de la malagueña y la bellísima ejecución de la melodía de Terremoto.
La apoteosis del conjunto, cómo no, con un alarde final de bulerías muy jerezanas, con Jesús y Tomasa cantando de nuevo juntos y bailando hasta desfilar para perderse entre cajas. Y el público, a sus pies.
Jerez de la Frontera. La plazuela.

Una consideración final: ¿se imaginan un teatro con ochocientos espectadores simultáneamente inspirados y que se sienten elegidos por la gracia de los dioses del ritmo, y que  toquen, todos a la vez y cada uno a su bola, pitos, palmas y jaleos? Sería un espectáculo, pero lamentable. Porque el oído y el sentido del ritmo están igual de mal repartidos que el resto de los talentos. 
Pagar una entrada no tendría que dar derecho a sabotear la actuación de unos dignísimos profesionales e impedir el disfrute atento de la mayor parte de los espectadores. Cualquier otro público no lo consentiría, pero como se trata de flamenco…


La Macanita y Jesús Méndez.
Teatro Bretón. Logroño.
Jueves Flamencos.
20 de marzo de 2014.


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Vicente Soto "Sordera"


(Publicado en Rioja2. 24.03.14).








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