lunes, 17 de marzo de 2014

Filas, orden y concierto


Martin Parr. Banquete inaugural del Alcalde de Todmorden, en West Yorkshire, Inglaterra. 1977.

A pesar de la mala fama que tenemos como especie, en realidad somos tan ordenados como los caballos salvajes: uno tras otro atravesamos las praderas indefectiblemente por el mismo camino espontáneo hasta acabar con todo rastro de vegetación.
Carlos y Miguel Vargas. Reclutas en el cuartel de Santa Marta. Arequipa, Perú. 1918.
Cualquier paseante observador lo puede prever y comprobar en los parques públicos, menos los paisajistas, que marcan trochas por donde saben de antemano que no va a ir nadie -porque no son rectas o porque no llevan a ninguna parte- simplemente porque el proyecto lo aguanta todo y se supone que quedarán bien en la foto.

Margaret Bourke-White. Cola del pan durante la inundación de Louisville. EE.UU. 1937.
Somos de filas, y nos sumamos gustosos (a menudo sin conocimiento y sin evaluar los riesgos) a cualquier acumulación lineal de personas.
Agustí Centelles. Votantes en la calle Caspe. Barcelona. 16.02.1936.
Debe ser un efecto diferido y permanente de la Expo de Sevilla, donde se estableció la longitud de la cola como unidad de medida, tanto de éxito como de mérito.
Henri Cartier-Bresson. Muchedumbre esperando para comprar oro. Shangai, 1948.
La fila es el auténtico "efecto llamada".

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