Albert Plà, a su bola. |
Albert Plà buscando a la chica de la camiseta roja. |
Somiatruites. Enunplisplasmúsica. 2011.
Nuestro François Villon particular, con su hábito de eremita ingresado en las urgencias de un frenopático, representó el papel de gente corriente inmersa en el caos contradictorio que nos ha tocado vivir a casi todos y, convertido en superhéroe de barrio proclive a la estética gore, nos contó en rotundas palabras sus tremendistas sueños húmedos, que, pensándolo fríamente, son bastante parecidos a las cosas que les espetamos cada noche a los presentadores y protagonistas de los telediarios, o a las que pensamos cada mañana cuando nos enfrentamos al periódico. Lo que pasa es que él (afortunado) no tiene necesidad de cortarse, y administra con pródiga liberalidad y bastante ruidosamente la complicada relación entre el principio de placer y el de realidad. Como un niño. Angelito.
El espectáculo, como el personaje, resulta bastante tremendista. Tras un atronador arranque de apoteosis futbolera aparece nuestro hombre en la “escena del crimen” con apariencia de bullente zona cero: helicópteros, sirenas, temblores de lejanas explosiones, restos de crepusculares discursos ideológicos,… todo “hecho una pena”. Y a partir de ello, la primera conclusión: todo es mentira (“me dijeron que era así pero era asá, que si tararí que si tarará, que si patatín que si patatán”) y la primera decepción (“yo era un necio que creía en el poder de mi destino, y era un timo”); pero inmediatamente llega la primera sorpresa: lo peor de todo es que todo es verdad.
Albert Plà (con Pascal Comelade). Todo es mentira.
Somiatruites. Enunplisplasmúsica. 2011.
La función sigue con cantos de amor y búsqueda (porque lo importante es encontrar “a la chica”, como en las películas), interrumpidos por la recurrente carga policial (ruido, bubucelas, golpes, trash metal, furor y batucadas, todo a la vez), y las carreras por las calles del general Ese y el almirante Talycual, con “los cuatro vándalos de siempre” y una reflexión de cirujano que han de tener en cuenta los impulsores de cualquier tipo de programa: “la mejor forma de llegar al corazón de las personas es reventarles las costillas”.
En ese maremagnum, a lo que aspira Albert Plà es a salirse cuanto antes de la masa que le amasa, y hace firme propósito de enmienda: ”yo, lo que quiero, es irme a mi casa a aprender a tocar la guitarra”. Como todos. Pero en el camino se encuentra con el banquero que le ha estafado, con los guardias de seguridad que le menosprecian, con el juez que redacta sorprendentes autos (de choque), con unos cuantos políticos, con los brokers bursátiles y los ejecutivos de multinacionales, y claro, con esas compañías, qué se puede esperar. Él, que se siente buena persona y querido por la gente, a veces tiene malos pensamientos… y duda de la eficacia operativa de las manifestaciones frente a otras formas de actuación inmediata y explosiva, llegando a un sorprendente descubrimiento lingüístico: “todo lo que rima en –ina flipa, y todo lo que rima en –onio explota”.
Pero nuestro personaje esta inmerso en una manifestación eterna de la que no puede salir, porque, paradoja, ¡no quiere salir!, porque la manifestación es su casa y los manifestantes su familia, y sus deseos los propios.
En fin, la vida misma: un cuento cruel inmerso en un vórtice alucinatorio sin sentido ni destino.
Albert Plà es un sensible compositor de excelentes canciones que recurre a menudo, en proporciones diversas, al “imaginario Bruguera años sesenta” y a un conglomerado ideológico radical-tabernario muy españolazo, por sorprendente que parezca (no hay más que echar la vista atrás y descubrir la sutileza que ha guiado nuestros pasos en la historia: estamos rodeados de trabucaires y carlistones de uno y otro signo, y, ya se sabe, "los extremeños se tocan").
Albert Plà (con Pascal Comelade). Somiatruites.
Somiatruites. Enunplisplasmúsica. 2011.
A veces, como todos, se pasa siete pueblos, pero, como la mayoría, es inofensivo. Así que no se asusten, y disfruten de este fenómeno que, como diría Unamuno, es “especie única”.
Adiós, terrícolas.
Albert Plà.
Manifestación.
Teatro Bretón. Logroño.
14 de marzo de 2004.
Nuestro François Villon particular, con su hábito de eremita ingresado en las urgencias de un frenopático, representó el papel de gente corriente inmersa en el caos contradictorio que nos ha tocado vivir a casi todos y, convertido en superhéroe de barrio proclive a la estética gore, nos contó en rotundas palabras sus tremendistas sueños húmedos, que, pensándolo fríamente, son bastante parecidos a las cosas que les espetamos cada noche a los presentadores y protagonistas de los telediarios, o a las que pensamos cada mañana cuando nos enfrentamos al periódico. Lo que pasa es que él (afortunado) no tiene necesidad de cortarse, y administra con pródiga liberalidad y bastante ruidosamente la complicada relación entre el principio de placer y el de realidad. Como un niño. Angelito.
Portada interior del disco Vamos a la cama, de Albert Plà. |
Albert Plà (con Pascal Comelade). Todo es mentira.
Somiatruites. Enunplisplasmúsica. 2011.
En ese maremagnum, a lo que aspira Albert Plà es a salirse cuanto antes de la masa que le amasa, y hace firme propósito de enmienda: ”yo, lo que quiero, es irme a mi casa a aprender a tocar la guitarra”. Como todos. Pero en el camino se encuentra con el banquero que le ha estafado, con los guardias de seguridad que le menosprecian, con el juez que redacta sorprendentes autos (de choque), con unos cuantos políticos, con los brokers bursátiles y los ejecutivos de multinacionales, y claro, con esas compañías, qué se puede esperar. Él, que se siente buena persona y querido por la gente, a veces tiene malos pensamientos… y duda de la eficacia operativa de las manifestaciones frente a otras formas de actuación inmediata y explosiva, llegando a un sorprendente descubrimiento lingüístico: “todo lo que rima en –ina flipa, y todo lo que rima en –onio explota”.
Pero nuestro personaje esta inmerso en una manifestación eterna de la que no puede salir, porque, paradoja, ¡no quiere salir!, porque la manifestación es su casa y los manifestantes su familia, y sus deseos los propios.
F.G. Pintada madrileña. 08.03.14. Se empieza clamando por el asesinato del discrepante y se termina como corrector ortográfico de lenguas vernáculas. |
En fin, la vida misma: un cuento cruel inmerso en un vórtice alucinatorio sin sentido ni destino.
Albert Plà es un sensible compositor de excelentes canciones que recurre a menudo, en proporciones diversas, al “imaginario Bruguera años sesenta” y a un conglomerado ideológico radical-tabernario muy españolazo, por sorprendente que parezca (no hay más que echar la vista atrás y descubrir la sutileza que ha guiado nuestros pasos en la historia: estamos rodeados de trabucaires y carlistones de uno y otro signo, y, ya se sabe, "los extremeños se tocan").
Albert Plà (con Pascal Comelade). Somiatruites.
Somiatruites. Enunplisplasmúsica. 2011.
Adiós, terrícolas.
Albert Plà.
Manifestación.
Teatro Bretón. Logroño.
14 de marzo de 2004.
No hay comentarios:
Publicar un comentario