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F.G. Luz y sombras. Foto Casa de la imagen. 11.2024. |
La sala de exposiciones de la Casa de la imagen tiene muchas cualidades singulares, pero una de ellas la hace extraordinaria: tiene un muro en su acceso con una superficie de cinco por cinco metros, frente al que se encuentra el espectador nada más entrar. Todo un reto, naturalmente. Y lo quise afrontar desde el principio con la experimentada cooperación de Jesús R. Rocandio, mi generoso anfitrión.
Pensé primero en instalar una gran pantalla horizontal para recrear sobre ella el vago recuerdo de las proyecciones de la infancia, y, en concreto, las inexistentes de un "cine de las sábanas blancas" al que nos mandaban los padres como alternativa relajada al ocio diurno, habitualmente agitado y ya imposible cuando, al fin, había llegado la noche.
La deseché porque sería imposible de mantener tensa por su excesivo peso y dimensión. La alternativa vendría directamente de la luz: un foco de recorte proyectaría sobre la pared un haz luminoso horizontal, definiendo incluso mediante una doble proyección una especie de marco exterior de un blanco menos intenso sobre el blanco dominante. Una especie de recuerdo doble para Malévich (Blanco sobre blanco) y Josef Albers (Homenaje al cuadrado).
Pero la distancia entre foco y muro no era suficiente para conseguir la amplitud deseada y probamos sumando los cuadrados de dos focos, y en esas estábamos cuando apareció triunfal el círculo sin recorte y el muro quedó perfectamente bañado de arriba a abajo y de derecha a izquierda. Para reforzar el efecto duplicamos el foco desajustándolo, lo que enriquecería el dinamismo de los objetos móviles dispuestos en el recorrido de la luz y daría mayor profundidad al juguete y una inquietante oportunidad al atractivo desenfoque.
Una vez más, los cambios imprevistos y la necesidad de resolver sobre la marcha y a través de opciones más sencillas acaba beneficiando al resultado final. Una vez más la misma lección de siempre.
Los discretos protagonistas son alambres abandonados de los que se utilizan para estabilizar las delgadas pilastras de granito gris de Porriño que soportan las cepas en las viñas de albariño en buena parte de Galicia. Estas, en concreto, proceden de Caldelas de Tui, y las presento tal como las encontré, más allá de la necesaria limpieza, el encerado y algún ligero punto de soldadura. Su plegado tiene la belleza de lo fortuito, y la textura y el color incomparable de la intemperie. Por su ligereza, son idóneas para reaccionar a cualquier leve brisa, y la doble proyección provoca coreografías de inagotables pas a deux perfectamente sincronizados y azarosas coreografías de conjunto tirando a tumultuosas.
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F.G. Luz y sombras, y, en primer plano, Jardín de invierno. |
(Las puedes ver en la Casa de la Imagen, de Logroño, hasta el 20 de diciembre, dentro de mi exposición luz y sombras)