F.G. Luz y sombras. Foto Casa de la imagen. 11.2024. |
Pensé primero en instalar una gran pantalla horizontal para recrear sobre ella el vago recuerdo de las proyecciones de la infancia, y, en concreto, las inexistentes de un "cine de las sábanas blancas" al que nos mandaban los padres como alternativa relajada al ocio diurno, habitualmente agitado y ya imposible cuando, al fin, había llegado la noche.
La deseché porque sería imposible de mantener tensa por su excesivo peso y dimensión. La alternativa vendría directamente de la luz: un foco de recorte proyectaría sobre la pared un haz luminoso horizontal, definiendo incluso mediante una doble proyección una especie de marco exterior de un blanco menos intenso sobre el blanco dominante. Una especie de recuerdo doble para Malévich (Blanco sobre blanco) y Josef Albers (Homenaje al cuadrado).
Una vez más, los cambios imprevistos y la necesidad de resolver sobre la marcha y a través de opciones más sencillas acaba beneficiando al resultado final. Una vez más la misma lección de siempre.
Los discretos protagonistas son alambres abandonados de los que se utilizan para estabilizar las delgadas pilastras de granito gris de Porriño que soportan las cepas en las viñas de albariño en buena parte de Galicia. Estas, en concreto, proceden de Caldelas de Tui, y las presento tal como las encontré, más allá de la necesaria limpieza, el encerado y algún ligero punto de soldadura. Su plegado tiene la belleza de lo fortuito, y la textura y el color incomparable de la intemperie. Por su ligereza, son idóneas para reaccionar a cualquier leve brisa, y la doble proyección provoca coreografías de inagotables pas a deux perfectamente sincronizados y azarosas coreografías de conjunto tirando a tumultuosas.
F.G. Luz y sombras, y, en primer plano, Jardín de invierno. |
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