Portada de Daniel Gil. |
Ahí va, para invitar al sosiego, este delicioso fragmento de La colección de silencios del Dr. Murke, escrito hace tiempo por Heinrich Böll:
Portada de Daniel Gil. |
—No aguanto más —dijo
la muchacha de repente—, no aguanto más, lo que exiges es
inhumano. Hay hombres que exigen inmoralidades a las chicas, pero lo
que tú me exiges es todavía más inmoral que lo que otros hombres
exigen a las muchachas.
Murke suspiró.
—Por Dios —dijo—,
querida Rina, tendré que cortar todo esto, sé razonable, sé buena
chica y guarda silencio para mí por lo menos cinco minutos más de
cinta.
—Guardar silencio —dijo
la muchacha, y lo dijo de una manera que hace treinta años hubiera
sido calificada de «desabrida»—. Guardar silencio; vaya una
invención tuya. No me disgustaría llenar una cinta, pero de
silencio...
Murke se levantó y
desconectó el aparato.
—Rina, Rina —dijo—, si supieras qué valioso es para mí tu silencio. Por la noche, cuando estoy cansado, cuando tengo que estar sentado aquí, hago correr tu silencio. Por favor, sé buena chica y guarda silencio por lo menos tres minutos más y no hagas que tenga que andar cortando; sabes perfectamente lo que significa para mí tener que cortar.
—Rina, Rina —dijo—, si supieras qué valioso es para mí tu silencio. Por la noche, cuando estoy cansado, cuando tengo que estar sentado aquí, hago correr tu silencio. Por favor, sé buena chica y guarda silencio por lo menos tres minutos más y no hagas que tenga que andar cortando; sabes perfectamente lo que significa para mí tener que cortar.
—Como quieras —dijo la
muchacha—, pero, por lo menos, dame un cigarrillo.
Murke sonrió, le dio un
cigarrillo y dijo:
—De esta forma tengo tu
silencio en el original y en cinta, qué estupendo.
Conectó la cinta y ambos
se sentaron silenciosos frente a frente hasta que sonó el teléfono. Murke se levantó,
desvalido se encogió de hombros y descolgó. (...)."
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Goza del silencio cuanto puedas, paciente lector, y atesora esos raros momentos como un frágil privilegio en vías de extinción.
Qué razón tienes, Pachi, aunque este mensaje abunde en el ruido. Las maravillosas portadas de Gil me han llevado a aquella memorable que realizó para "La Calera" de Thomas Bernhard, también en Alianza, donde Konrad, el protagonista, se enfrentaba a la capacidad, cuasi mística, de escuchar en el silencio toda clase de sonidos, entre ellas las voces; otro mundo sonoro ese, uno más profundo y que sólo algunos estados de la conciencia parecen "escuchar", y cuyo medio para difundirse con generosidad e irreversible neurosis es el silencio en cualquiera de sus escalas.
ResponderEliminarSssssssssssshhhhhh!!!!!!!
H.
Callemos, pues.
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