jueves, 24 de octubre de 2013

Un día en las carreras

Jacques Henri Lartigue. Circa 1915.
Antes de que se inventaran las redes sociales, Tommaso Marinetti consiguió ser trending topic al afirmar en el París de 1909, a donde fue para difundir su Manifiesto Futurista con toda la pompa, cacharrería y ruido habitual en este experto en asustar al personal: 

Diego González Ragel. Circuito de Lasarte. 1925.
"Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo... un automóvil rugiente que parece que corre sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia".


FIAT S76. "La bestia de Turín".1910.




Para provocar el escándalo hacen falta voluntad, amplificación e inteligencia. La primera condición se da siempre y la segunda a menudo, pero la tercera casi nunca. Por eso cada vez el recorrido de los revuelos es más corto: unas horas en twitter y el aleteo queda ensordecido por un nuevo ruido. Nada tan viejo como el periódico de ayer.


Muchedumbre en la salida de una carrera en Nueva York. 1909.



En cambio, el fugaz Marinetti permanece. Como la fascinación por la velocidad y el hechizo de las máquinas.


Carlo Mollino. Bisiluro. 1955.
Carlo Mollino pilotando su prototipo en Le Mans. Finales de los ´50.
 

El Bisiluro de Carlo Mollino. Circa 1955.

Ahora, y coyunturalmente,  todos somos expertos en Fórmula 1, porque un meritorio piloto nos viene haciendo revivir, más allá del vértigo, y actualizada en un mortal, la acumulación de pasiones de las grandes tragedias: desde el sentimiento de la traición a la insuficiencia del mérito frente a la fuerza del destino, pasando por todo el ruidoso inventario del furor y la decepción. 


Fernando Alonso en el circuito de Suzuka (Japón). 
Vuelta de reconocimiento. 10.2013.

Pininfarina para Ferrari. El "Sergio Window-Less".


Cuando el héroe pase a otras labores mudaremos de afición, y pondremos pasión y desvelos a favor de alguna otra sandez dinámica. Así somos. Valoramos el esfuerzo inútil en el elegido, elogiamos su inapreciable mérito y su capacidad para dar de qué hablar. En las justificaciones que buscamos a la frustrada peripecia del héroe encontramos las que nos sirven para nuestro caso particular, y luego, enseguida, olvidamos el éxito o el más habitual fracaso.  


Clemens Fürtler, Bildmaschine 04, 2013. Foto: F.G. Venecia, 09.2013.

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