Alicia Framis ha creado (dentro de su serie compuesta por las estancias del enorme edificio imaginario que alberga las prohibiciones que nos impone la cultura), una habitación para gritar.
La habitación es una gran caja de madera de las usadas para el transporte de objetos artísticos, en la que el público entra y grita. El contenido, durante unos segundos, es ese grito: esa es la obra artística. Al salir de la habitación, una impresora de tres dimensiones lo convierte en taza de té, tan diferente a cualquier otra como nuestro propio grito.
Alicia Framis. Habitación del grito. 2013. |
Con o sin habitación específica, gritar es saludable tanto para la salud individual como para la dignidad colectiva. Así que no te prives.
Edvard Munch. El grito. Litografía. 1895. |
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