miércoles, 23 de noviembre de 2016

El paso de la paloma

F.G. Puesto de caza de paloma en la Sierra de Cantabria. 11.2016.
Si  paseas en otoño por los claros de algunos bosques de montaña te encontrarás, con un poco de suerte, series de cachivaches más o menos alineados que cabría clasificar como una mezcla imaginativa de restos arquitectónicos constructivistas de poco pelo, intervenciones de land art ligadas a la escasez material del territorio y esculturas de alumnos egresados de las facultades de bellas artes vascas.
F.G. Puesto de caza de paloma en la Sierra de Cantabria. 11.2016.
Ensamblan andamios y carpinterías imposibles, chapas y plásticos, todo construido en altura y camuflado con ramas de la vegetación del lugar, que va cambiando de color conforme avanza la temporada. 
F.G. Puesto de caza de paloma en la Sierra de Cantabria. 11.2016.
La tipología es muy variada, pero nunca falta un viejo bidón de gasoil. 
F.G. Refugio abandonado de cazadores de paloma en la Sierra de Cantabria. 11.2016.

Son espacios de habitación incómoda en los que esperar en animada compañía a los millones de tórtolas y zuritas que migran, atravesando los Pirineos, desde el centro de Europa hacia Extremadura, aprovechando los últimos calores y el viento sur.
F.G. Puesto de caza de paloma en la Sierra de Cantabria. 11.2016.
Si   vienen y caen, bien. Y si no, la buena compañía, la ingesta pantagruélica y las canciones harán olvidar lo oneroso de la fallida inversión en tamaña carnicería. 
F.G. Barraca y comedor para las esperas de la caza de paloma en la Sierra de Cantabria. 11.2016.
Mientras tanto, la nutrida colonia de pájaros del bosque, por si acaso, deja de tuitear (y de piarla).
F.G. Instalación en los montes Obarenes. 11.2016.


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