Si consideras que la “fórmula canción”, con sus consabidas codas y estribillos, está agotada.
Si entiendes y apruebas que Jay Hawkins reivindicara para su alias su condición esencial de “Gritón”, y Chester Burnett la de “Lobo Aullador”.
Si en la disquisición etimológica entre melopea y melodía no sabes qué partido tomar, y acabas haciéndolas convivir alegremente (y no estás loco).
Si crees que la afinación está sobrevalorada, y que armonía y modulación son valores aplicables sobre todo a las relaciones internacionales y a la física.
Si siempre te has preguntado cómo cantaría Catulo, o la estirpe más ácida de entre los poetas malditos.
Si por tu edad y lugar de nacimiento no has podido acudir a un pow wow wow de las naciones indias ni a un concierto de MC5.
Si quieres hacerte una idea de cómo se sentían Don Latino, Alejandro Sawa y Max Estrella en sus noches oscuras de desesperada bohemia.
Si quieres oír la voz (aguda) del arroyo, con su brillante (y destemplado) metal, y su desprejuiciada actitud,...
...entonces, querido amigo, Ángel Guache es tu hombre, y Dando tumbos, su nuevo (cuarto) disco con Marcelo Pull, su nuevo testamento.
Un recorrido por su selecta poesía cantada con todas las ganas por este singular creador que entiende la música como fuente de expresivo placer, sin temor a la extravagancia ni a la norma, sin miedo a lo chocante.
Atrévete, porque merece la pena.
El que avisa no es traidor.
¡Muchas gracias, maestro Gestal! ¡Una maravilla!Siempre aprendemos de tus ingeniosos textos.Te admiramos.
ResponderEliminar¡Gran abrazo!
En el santoral solo faltan El Guayabero y Evaristo Lapolla.
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