|
Justo Rodríguez. Nestares.
|
A lo largo de todo un año
el fotógrafo Justo Rodríguez acompañó al periodista Pío García
en un placentero viaje por los 174 municipios de La Rioja. Con tan
benignos nombres cualquier empeño podría contar con el éxito
asegurado de antemano, pero aportaron también sus notables cualidades
profesionales, que nunca están de más.
|
Justo Rodríguez. Alesón.
|
Pío es un periodista
brillante, con sentido del humor, perspicaz, de criterio afilado,
capaz de arriesgar (en el territorio minado de la opinión publicada
local) a la hora de emitir su atinado juicio, y sabe valorar el dato
aportado por un informador espontáneo con el mismo interés, por lo
menos, que el de un concejal.
Justo es un excelente
fotógrafo todoterreno forjado en las urgencias diarias, siempre al
pie de la noticia que salta donde menos se la espera, buscándole (y
acabando por encontrarle, por fea que sea) el ángulo fotogénico que
salve una página.
|
Justo Rodríguez. Galilea.
|
Afrontaron su odisea con la actitud del viajero anónimo que, sin anunciar su visita a las autoridades ni contar con las fuerzas vivas del lugar, llega, vive y cuenta lo que ha visto, evitando las fiestas y los agasajos, los fines de semana y las vacaciones. Los resultados, en consecuencia, tienen mucho de fortuito, como suele suceder cuando no se busca nada concreto y lo que se encuentra se da por bueno, porque a menudo la inocencia es premiada con el azar de la serendipia.
|
Justo Rodríguez. Alberite.
|
Lo que se pretendía era una toma del pulso agitado e irregular de una pequeña comunidad muy variada en lo morfológico, en lo económico, en lo cultural y en lo humano, y los textos de Pío García y las fotos de Justo Rodríguez han reflejado acertadamente esa enorme “biodiversidad”, con sus luces y sus sombras, en un retrato de cuerpo entero que, como los buenos retratos, no acaba de gustarle al inmortalizado, que cree tener un perfil mejor (ignoto, obviamente) o una sonrisa más amable cuando no se le ve el colmillo.
|
Justo Rodríguez. Santurde de Rioja.
|
El trabajo de Justo
Rodríguez para este macrorreportaje abarca más de 2600 fotos realizadas en latitudes, estaciones
y horarios muy variados, y la riqueza de lo que ha captado en los
cambios que genera el ritmo de las cosechas es un patrimonio visual
inagotable, un privilegio para la vista que él ha sabido documentar
magistralmente.
|
Justo Rodríguez. Anguiano.
|
Ahí quedan pruebas del
envejecimiento acelerado de la población y del despoblamiento de
amplias zonas que solo conservan presencia humana los fines de semana
y los periodos de vacaciones, gracias al retorno pautado de los hijos
del pueblo emigrados hace décadas, a los urbanitas con doble
residencia o a los vecinos vascos necesitados de aires saludables u
otros horizontes.
|
Justo Rodríguez. Briones.
|
Documenta la situación de inestable convivencia entre el patrimonio monumental, la frágil
arquitectura popular y los atropellos del progreso, justificado
siempre tras la pantalla del confort y la “calidad de vida”. En esas fotos
perdurarán para siempre las irreversibles señales del avance del mal gusto, que
ha atropellado parajes delicados que merecían más interés y mejor cuidado que el mero aprovechamiento.
|
Justo Rodríguez. San Millán de Yécora.
|
Y, salpicando el enorme
archivo documental, como invariantes castizos que los riojanos
reconocemos como propios pero que están generalizados en cualquier
latitud de la España rural, ahí están las ruinas, el ganado sin
estabular, los artesanos a pie firme ligados a su obrador esperando al improbable visitante, los perros callejeros, las escuelas
unitarias transformadas en hogares de jubilados y centro neurálgico
de la declinante comunidad, los fugaces peregrinos, los mastodónticos
frontones y polideportivos, la omnipresente iglesia, las concurridas solanas, los invasivos tendidos
eléctricos y los indescriptibles ponientes.
|
Justo Rodríguez. Tormantos.
|
Con el excelente
resultado fotográfico de su viaje de cabo a rabo por La Rioja, Justo
Rodríguez ha confirmado su reconocida categoría artística y su rapidez y
versatilidad a la hora de acometer un trabajo tan exigente, lleno de
peligros tras su aparente “amabilidad”. El libro editado por el diario La Rioja con parte de tan suculento material lleva a pensar en esa selecta estirpe de fotógrafos españoles interesados primordialmente por la magia de lo rural, por las maravillas cotidianas que perviven en el campo a pesar de todo. Nombres como José Manuel Navia, Cristóbal Hara o Paco Ontañón (¿cómo no acordarse de su libro sobre La Rioja, editado por Lunwerg y Cultural Rioja?) entre los que Justo Rodríguez se encuentra tan ricamente y con todo derecho.
Sin duda que el viaje mereció la pena.
Pues las fotos que ponen me gustan mucho. A ver si veo el libro
ResponderEliminar