viernes, 22 de abril de 2016

¡Larga (y buena) vida, Don Miguel!

Eduardo Arroyo. Miguel de Cervantes Saavedra. 1997.
“- Señora, donde hay música no puede haber cosa mala.
- Tampoco donde hay luces y claridad –respondió la duquesa.
A lo que replicó Sancho:
- Luz da el fuego, y claridad las hogueras, como lo vemos en las que nos cercan, y bien podría ser que nos abrasasen; pero la música siempre es indicio de regocijos y de fiestas."
(Quijote, II, 34)

Orvalrochefort. Don Quijote y Sancho Panza. 2009.
Se cumplen cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes, varón colmado de imperecederas virtudes de todo tipo, entre las que estaba, -al decir de los expertos y por limitarnos a lo que aquí nos concierne-, su gran amor por la música, probado en las abundantes referencias y elogios que en sus libros hace y en la estrecha amistad que mantuvo con importantes compositores.
Romance del Marqués de Mantua.
Orphénica Lyra. José Miguel Moreno, director y guitarra.
Raquel Andueza (soprano) y Jordi Domenech (contratenor)
Música en el Quijote. Glossa. 2005

Cartel de la versión alemana de la película Don Quijote, de G.W. Pabst. 1933.
Cuenta el musicólogo Emilio Moreno que la obra de Cervantes está llena de músicos y de música, de cantantes e instrumentistas -populares y cultos-, de danzas y de canciones. Se escuchan voces entonadas y buenas de tiples, contraltos, tenores y “contrabaxos”; voces encantadoras, de maravillosa y suave armonía; voces blandas y otras raucas y ordinarias de catetos, chorizos y simples. Y en cuanto a los instrumentos, aparecen laudes, vihuelas, guitarras moriscas y cristianas, arpas, salterios, órganos, “clavicímbanos”, gaitas zamoranas y zampoñas, flautas, “pífaros”, chirimías, dulzainas, trompetas, cornetas y clarines, sacabuches, tambores, atabales y tamborinos, “albogues”, castañuelas, sonajas, panderos, cascabeles, cencerros, matracas y rabeles, lo que no hace pequeña orquesta, llena de posibilidades en manos de tan gran director.
Eduardo Arroyo. Don Quijote. 1997.
Algo de músico debía de tener Don Quijote cuando pide que se le ponga a mano un laúd para consolar a una doncella, cantando “con voz ronquilla, aunque entonada” un romance que acaba de componer.
Max. Página para la obra colectiva Lanza en astillero. 2005.
Pero dejémoslo aquí, siguiendo la sabia recomendación del maestro: ”Muchacho, no te metas en dibujos,(…), sigue tu canto llano y no te metas en contrapuntos, que se suelen quebrar de sutiles.” 
(Quijote, II,26)

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