Los Reyes Magos. Siglo VI. San Apolinar Nuevo. Rávena |
Cuando hay pequeños en casa la noche de Reyes se prepara concienzudamente. Los dias precedentes se habla mucho de ello, de los problemas logísticos que supone llegar desde tan lejos con una carga tan variada para atender en pocas horas las demandas de tantos niños en tantos lugares a la vez, de cabalgatas, de escaleras extensibles, y se insiste mucho en la conveniencia de acostarse pronto para que sus majestades encuentren todo despejado y sin ruidos que espanten a sus monturas. Los neófitos colaboran alborozados en algunos aspectos del preparativo: junto a los zapatos, unos polvorones para los pajes, unas copitas de algo dulce para los magos, chucherías para el séquito, alguna decoración reciclada superviviente de la recién pasada navidad...
F.G. Estrella fugaz sobre la torre de Santiago. Logroño. 28.12.14. |
El escultor Gislebertus se portó como un buen niño cuando atendió así de bien, a mediados del siglo XI, el encargo de este capitel para la catedral de Saint-Lazare de Autun, su pueblo.
Seguro que los Reyes Magos, complacidos, le trajeron todo lo que pidió.
Ojalá que a vosotros, queridos lectores, también.
Ellos ahí siguen para siempre, orientados por la estrella, avisados por un ángel protector y durmiendo pacíficamente en amor y compañía al abrigo del hostal La Sola Cama, estación intermedia de tan largo e interesante viaje.
Lo mejor para todos.
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