Robert Doisneau. La dent. París, 1956.
Cierta tonadillera tuvo uno de sus últimos éxitos de crítica y público con la receta que administró a su entorno de cómplices para cuando, con demasiada frecuencia, tenían que comparecer en público y al trote camino de algún juzgado: "Dientes".
|
Arman. La vie à pleines dents. 1960.
|
Lucir sonrisa, que había sido siempre una prueba evidente de salud y bienestar personal, se convertía así en una estrategia de comunicación no verbal y, por así decirlo, en signo de distinción. Una marca de nivel, como ciertos bolsos.
|
Ouka Leele. El beso. 1980. | | | | |
|
|
Desde que trascendiera el consejo parece que las celebridades de toda ralea se lo han aplicado, y pasean hacia el candelabro judicial luciendo sin pudor el colmillo retorcido, la herramienta facial que sintetiza su feroz glotonería acumuladora.
Torno de dentista durante una limpieza.
Logroño, 07.02.2014.
Como resultado, los avances de los telediarios han acabado por parecer el cansino y reiterativo anuncio de una franquicia odontológica.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario