jueves, 27 de agosto de 2020

El friso de los caballos


F.G. El friso de los caballos. 06.2020. Fotografía de Jesús R. Rocandio.
Enmarcado por el singular maderamen de la pared principal y el viguerío del establo de la Casa Bernáldez, este friso es la acumulación y ensamblaje de restos de mármoles de colores, texturas y tamaños muy diferentes, procedentes (junto a otros que han conformado varias piezas de mi exposición las horas de luz) de la reforma integral del portal y la fachada de la casa de un amigo.
F.G. El friso de los caballos. 06.2020. Fotografía de Gabriel Santolaya.
La dimensión y orden de su agrupamiento estuvo condicionada desde el primer momento por el peculiar "marco" de madera previsto para su exhibición, y junto a los seis fragmentos (blancos, negros, dorados, jaspeados, unos pulidos, otros mates y rugosos, todos irregulares y quebrados, siempre llenos de mellas) aparecieron en la manipulación algunas marcas de pintura de su primera instalación y otras grafías y rasguños accidentales debidos a varios traslados y al proceso de ejecución. Todos fueron bien recibidos.
F.G. Proceso de fijado de El friso de los caballos en Mármoles Arenzana. 05.2020.
Poco a poco, sin apenas pretenderlo, las partes fueron constituyendo un "lapidario" sobrio y potente, con cierto aire de antigüedad clásica, que da testimonio (arbitrario, naturalmente) de un pasado reciente: un relato esencialmente falso, como suele suceder.
El constante cambio de luz en la estancia da al conjunto un dinamismo notable, y las sombras que genera incrementan su volumen a la vez que lo hacen más ligero.
Añadir al título la referencia a los caballos era imprescindible en este lugar por la imperiosa necesidad de honrar la memoria de su acogedora función tradicional.
F.G. El friso de los caballos. 06.2020. Fotografía de Gabriel Santolaya.
También era un guiño a otro friso homónimo, más célebre (el más célebre, probablemente) y de muchísimo más mérito, saqueado por el ex-imperio inglés en la Acrópolis ateniense hace 220 años. Tal fue el expolio que el botín se exhibe junto a otras rapiñas de alcance universal, por vergüenza o por orgullo, sin subrayar ni su origen (el Partenón) ni a su autor (Fidias y su taller): solo el material de la obra (mármoles) y el caporal perpetrador del saqueo (Elgin). Más o menos como si se tratara de la contrata de una obra menor. (Pero no tardaremos en ver caer al tal conde de su plinto: un poco antes que a Nelson de su columna. Tiempo al tiempo).
F.G. El friso de los caballos. 06.2020. Fotografía de Jesús R. Rocandio.
En lo que a nuestro friso de los caballos concierne, contamos para su erección con la experiencia de los marmolistas Arenzana (que consolidaron las partes en un todo homogéneo); con la fortaleza generosa de los jóvenes de Viniegra de Abajo y con el ojo clínico de Pájaro para trasladar los puntos claves de una plantilla a una pared de resistencia impredecible mientras todos faenábamos en un precario andamio. (Ahora apostaríamos por una resistencia de, al menos, 2.500 años. Tirando por lo bajo).
Cartel de las horas de luz, diseñado por Gabriel Santolaya a partir de
una fotografía de Jesús R. Rocandio.

1 comentario:

  1. Qué curioso. Acabo de leer en el facebook de Felipe Benítez Reyes una nota titulada LA MORALIDAD A MEDIAS Y LA HIPOCRESÍA AL MÁXIMO que dice lo siguiente:

    "El British Museum ha retirado el busto de sir Hans Sloane, cuya colección de arte sirvió de base para la fundación de dicho museo.
    ¿El motivo? Que el tal Sloane se enriqueció gracias a una mano de obra esclavizada en una plantación de azúcar que poseía en Jamaica.
    Eso está muy bien, por supuesto, y al sótano lóbrego con Sloane, pero no pasa de ser un gesto de hipocresía retrohistórica si no se ve acompañado de gestos menos simbólicos -y de paso menos... "demagógicos".
    Por ejemplo, devolver a Grecia y a Egipto las obras de arte que se exhiben allí gracias al saqueo, al robo y al expolio, empezando por las piezas del Partenón vendidas al gobierno británico en el siglo XIX por el espabilado embajador lord Elgin.
    Y, ya puestos, mandar a Jamaica, como compensación póstuma, todas las obras de arte que el tal Sloane compró gracias a los esclavos de allá.
    Pero eso ya no.
    Se retira el busto y la conciencia nacional queda limpia y redimida ante el mundo civilizado.
    La moral también tiene, en fin, aparte de sus consabidas hipocresías, sus cursilerías."

    Qué cosas.
    Veremos...

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