lunes, 4 de julio de 2022

Elogio de Rosa Castellot

Rosa Castellot, fotografiada por Teresa Rodríguez.

El Gobierno de La Rioja ha reconocido los méritos de Rosa Castellot concediéndole el Galardón de las Artes y la Cultura 2022. Escribí para el acto de entrega del premio acerca de algunas cosas que sé de ella y sobre las singularidades que aprecio en su trabajo. Recogeré el elogio en varias entradas consecutivas de miracomosuena para que llegue a quien pueda interesar. Va por Rosa.

Rosa Castellot. El Ebro. Pastriz, casi otoño. 2015.
"Rosa Castellot ha afirmado frecuentemente que la relevancia de su vida personal y de su carrera artística empieza con la exposición Un pequeño mundo, que presentó en diciembre de 2004 en la sala del Ayuntamiento de Logroño, y yo creo que eso no es cierto y voy a tratar de demostrarlo, porque Rosa es, como sabéis, demasiado humilde.
Para esa fecha, reciente todavía su jubilación como profesora de la Esdir, Rosa ya había desarrollado, por remitirnos exclusivamente a lo que hoy se reconoce con este Galardón, una biografía cuajada de vocación, aprendizaje, trabajo, reflexión, magisterio, generosa entrega y amor al arte.
Lo único que pasa en torno a esas fechas es que Rosa Castellot consigue el tiempo necesario para afrontar la posibilidad real de acometer un trabajo creativo -que nunca le fue ajeno- de una manera sistemática, exigente y entregada.
Rosa Castellot. Niebla I. 2003.
Pero Rosa ya era Rosa Castellot cuando, todavía muy pequeña, se siente atraída por los dibujos de su hermana mayor, que hacía preciosos mapas de geografía económica para sus estudios de Comercio y había generado en casa la suficiente fortuna crítica como para que sus acuarelas decoraran el pasillo. Todo lo que hacía Maruja la fascinaba, especialmente una mariquitina dibujada y recortada por ella a la que, cada vez que iban al cine, le renovaba completamente el vestuario con réplicas de los espectaculares modelos que lucían las actrices de los años 50. Todavía recuerda minuciosamente los detalles de un traje de noche para Barbara Stanwyck, con cuerpo bordado y falda de gasa plisada. Ahí, en casa, y así, aprendiendo con admiración cerca de quien sabe, es donde nace y empieza a crecer su afición por el dibujo, sentido ya como un mundo abierto a la maravilla.
En casa estimulaban ese vivo interés, y su padre le regaló muy pronto una caja de 24 lápices de colores “acuarelables” de la marca Swano. El día que, con 8 o 10 años, copió una ilustración del cuento titulado “Martinito el de la casa grande”, la familia concluyó que “la niña dibujaba muy bien”, y a partir de ahí dibujó de seguido, a veces copiando de libros o láminas y otras recreando escenas de la vida de su entorno adolescente.
Rosa Castellot. Invierno en el Valle I. 2005.
Rosa ya era Rosa Castellot cuando en el colegio Atenea, donde estudió hasta los 14 años, tuvo la suerte de disfrutar de un auténtico profesor de dibujo formado en la facultad de Bellas Artes, Don Antonio Herrero, que iba por allí dos días a la semana. Y es Don Antonio quien, cuando terminó el colegio, recomienda a sus padres que la matriculen en Dibujo en la Escuela de Artes y Oficios, y Rosa aprueba en 1956 el ingreso en la prestigiosa institución de la calle Marqués de Cubas. Las clases eran vespertinas, y por las mañanas trabajaba con su padre en la carnicería familiar.
Cuatro profesores compartían la gran aula de dibujo y a Rosa le tocó la supervisión de Doña Ana Pallarés, que enseguida mostró interés por sus cualidades y esmerado aprendizaje. Doña Ana convenció al padre de lo que el padre ya sabía, y se ofreció para prepararla de cara al examen de ingreso en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, lo que no entraba en los planes de nadie pero fue acogido por todos como una posibilidad de lo más estimulante. Y en 1963 ingresa en Bellas Artes, lo que no fue impedimento para que siguiera trabajando en el negocio familiar los sábados y durante las vacaciones. Como vemos, Rosa era ya mucha Rosa Castellot.
Rosa Castellot. Bosque en otoño. 2007.
Hizo Bellas Artes tres años como alumna oficial y dos libre, porque se casó con Félix Reyes a mitad de carrera. A Felo, ya titulado como profesor de dibujo, le habían ofrecido en Logroño el puesto de profesor de Modelado y Vaciado, y le propuso que, si se casaban y se venía con él, lo aceptaría. Ante una petición de mano tan sofisticada, Rosa no tuvo otra opción más que aceptar, y al día siguiente de la boda, en septiembre de 1966, llegaron a Logroño, donde al año siguiente nació Elena y en el 68 Margarita. En esos años de luna de miel, traslados, embarazos, partos y crianza sacó tiempo para acabar la carrera, y, por si fuera poco, en enero del 69, a los dos meses de dar a luz, presentó su primera exposición en el Museo de La Rioja. Un ejemplo de mujer fuerte, indudablemente." (...)

Mañana continuamos. No faltéis.
Rosa Castellot. Parque de María Luisa. 2004.

1 comentario: