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Clay Sinclair. El arte de la conversación. |
Independientemente del número y rango de los interlocutores, en las conversaciones se tiende a hablar (y todos a la vez) "de lo mío", es decir, cada cual de lo suyo, de lo que le conviene y de cómo ve desde su particular perspectiva lo que a todos concierne.
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William Hogarth. Retrato de grupo con Lord John Hervey. 1738. (Un buen ejemplo de"conversation piece") |
Da igual que el marco sea un despacho público más o menos transparente o una reunión galante en la que se ajustan cuentas sobre lo divino y lo humano entre alardes rumbosos y posturitas.
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Franco y otros "perdigueros" de muestra. Fotografía de Eduardo Matos. |
De hecho, hasta las cacerías han servido de contexto, antes y ahora, y una vez que callan las armas, para interesadas conversaciones propiciatorias de grandes mortandades "en diferido", ligadas a turbios negocios siempre a costa del interés general.
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Miguel Gallardo. Ilustración para Ahora semanal. 02.2016. |
Aunque pocos son los llamados, las conversaciones siempre tienen efectos secundarios de cara al exterior, por lo que conviene estar pendientes y atentos a esos foros elásticos y nebulosos donde se habla más o menos alegremente de importantes asuntos que, para bien o para mal, acabarán por afectarnos.
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Kazumasa Nagai. Batman y el Pingüino en espacio negativo. |
Una conversación no es necesariamente una confrontación maniquea y a piñón fijo entre villanos y superhéroes, y cada cual aporta sus razones e intereses que, mediante transacciones, pueden acabar encajando en un acuerdo, convirtiéndose así la conversación en un pacto, que, sobre todo cuando no hay más remedio, es el mejor resultado del extraordinario arte de lo posible.