viernes, 13 de noviembre de 2015

El Lugar Silencioso

F.G. Un Lugar Silencioso de la catedral de Jaca. Serie de cinco fotos. 12.2014.

El traductor del último libro de Peter Handke nos informa de que en alemán se llama "lugar silencioso"  al evacuatorio, con evidente carga de chistoso eufemismo. (Otro infantil juego de adultos). Hay, lógicamente, otros lugares silenciosos -silenciosos en sentido estricto- además del escatológico servicio apartado de la circulación. Para diferenciarlos, Handke nombra al adjetivo literal con minúscula, y al metafórico con mayúsculas (tal y como se escriben los nombres en alemán).
Viene hoy a miracomosuena un fragmento que describe al Lugar Silencioso como fuente de sensaciones acústicas, presentes o ausentes, aunque no solo; también como espacio de seguridad en el que disfrutar de la soledad (tan bien definido en el castellano que vamos perdiendo con la palabra "retrete" como cuarto pequeño en la casa destinado para retirarse, o en el preciso vocabulario de los místicos cuando la utilizan para referirse a "el lugar más íntimo de su corazón"). 
Dice así:

"(...) Un murmullo, un murmullo sensiblemente distinto del de la lluvia, se pudo oír luego a la espalda del pupilo. Sonaba claramente detrás de una puerta que daba al servicio más alejado y escondido del internado, destinado quizás a las visitas, o a los jardineros o a los trabajadores de fuera, unos servicios que normalmente estaban siempre cerrados y que esta noche, por casualidad, estaban accesibles. No encendí ninguna luz al entrar; no busqué ningún interruptor; me limité a estar de pie en medio de la total oscuridad, rodeado por aquel murmullo, por una parte, el de los urinarios, por otra, el que llegaba de una, de dos cabinas donde la tapa del desagüe no ajustaba bien. Estuve un buen rato sin moverme de allí. Mis necesidades, bien que mal, las había hecho en otra parte. Pero ahora éste era el lugar para una necesidad muy distinta, y con el tiempo, a lo largo de una hora o algo más, aquélla, por lo menos para empezar, para el comienzo de mi estancia en el internado, quedaba satisfecha. Por primera vez, en el Lugar Silencioso se trataba de mí, de mi persona.Y por primera vez éste me llevó a escuchar, una manera de escuchar típica de un lugar como aquél; y también para después, una manera de escuchar que dejaba huella en mí. Lo que se podía oír no era sólo el múltiple y variado murmullo de dentro y fuera de los muros, que seguían fríos, sino más bien el sonido amortiguado por ellos y así mismo por la distancia, o lo que de los otros pupilos, que estaban arriba, ya no llegaba como algo chillón, como un rugido, sino en algunos momentos como algo familiar, casi. El murmullo de aquel Lugar Silencioso sin luz como sonido fundamental. Pero el sonido que contaba, el de lejos, como sonido de fondo, era el otro.(...)"

Peter Handke. Ensayo sobre el Lugar Silencioso. (Traducción de Eustaquio Barjau). Alianza Editorial, 2015.

Otro día hablaremos de lugares silenciosos de a pie.

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